sábado, 14 de octubre de 2017

POPURRÍ PAULINO




    *  Popurrí, vocablo aceptado por la Academia de la Lengua Española, que significa una mezcla de pétalos de flores y especias que, una vez secados y contenidos en un recipiente, se combinan con la finalidad de perfumar un ambiente.
    *  Popurrí: por adaptación del término usado para el popurrí de pétalos de flor, también se acepta como expresión musical que combina o yuxtapone diversas obras musicales uniéndolas bajo una estructura de ritmos determinada.
     *  Poetpurri: conjunto de fragancias inertes que pueden ser encontradas en un glade.
    *  Popurrí también puede referirse a una mezcla de distintos objetos entre sí. Su equivalente en inglés es Medley.

   * Popurrí Paulino: por adaptación del término usado para el popurrí de pétalos de flor, obras musicales, fragancias u objetos, se refiere al arte de combinar, mezclar y yuxtaponer distintos textos tomados de las Epístolas del Apóstol San Pablo para unirlos bajo un esquema estructural de temas predeterminados y relacionados con nuestras vidas corrientes, sin alterar el sentido original del autor original, sin pretender sustituir la Palabra de Dios, la cual, debe seguir siendo nuestra referencia de lectura asidua, fundamento doctrinal y modelo de nuestro quehacer diario.
Periódicamente aparecerán en lo sucesivo algunas publicaciones de las Cartas de San Pablo en este blog con la finalidad de hacer correr las cartas de Pablo por todo el hemisferio, perpetuando la acción del Espíritu Santo desde los orígenes de la Igresis a través de los canales de comunicación existentes para cada momento. Las citas bíblicas son textualmente copiadas. Pueden apreciarse diferencias textuales por provenir de ediciones distintas, o por diversidad de traducciones, pero en todo caso, el contenido teórico siempre será el mismo.



EPISTOLA DE SAN PABLO A LA COMUNIDAD DEL ESPÍRITU SANTO



Pablo, apóstol, no de parte de los hombres ni por mediación de hombre alguno, sino por Jesucristo y Dios Padre, que le resucitó de entre los muertos, y todos los hermanos que conmigo están (Gál. 1, 1-2), a la Comunidad del Espíritu Santo de Parroquia María Madre de la Iglesia, de Ciudad Alianza. Gracia a vosotros y paz de parte de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo (Gál. 1, 1-3).
Más nosotros, hermanos, separados de vosotros por breve tiempo, físicamente, mas no con el corazón, ansiábamos con ardiente deseo ver vuestro rostro. Por eso quisimos ir a vosotros, yo mismo, Pablo, lo intenté una y otra vez, pero satanás nos lo impidió (I Tes. 2, 17-18).
Efectivamente, os escribí en una gran aflicción y angustia de corazón, con muchas lágrimas, no para entristeceros, sino para que conocierais el amor desbordante que sobre todo a vosotros os tengo (II Cor. 2, 4). Por mi parte estoy persuadido, hermanos míos, en lo que a vosotros toca, de que también vosotros estáis llenos de buenas disposiciones, henchidos de todo conocimiento y capacitados también para amonestaros mutuamente. Sin embargo, en algunos pasajes os he escrito con cierto atrevimiento, como para reavivar vuestros recuerdos, en virtud de la gracia que me ha sido otorgada por Dios (Rom. 15, 14-15).
Así pues, hermanos míos amados, manteneos firmes, inconmovibles, progresando siempre en la obra del Señor, conscientes de que vuestro trabajo no es vano en el Señor (I Cor. 15, 58). Os exhorto, pues, hermanos, por la misericordia de Dios, que ofrezcáis vuestros cuerpos como una víctima viva, santa, agradable a Dios: tal será vuestro culto espiritual (Rom. 12, 1), os conjuro, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, a que tengáis todos un mismo hablar, y no haya entre vosotros divisiones; antes bien, estéis unidos en una misma mentalidad y un mismo juicio (I Cor. 1, 10).
Revestíos, pues, como elegidos de Dios, santos y amados, de entrañas de misericordia, de bondad, humildad, mansedumbre, paciencia soportándoos unos a otros y perdonándoos mutuamente, si alguno tiene queja contra otro. Como el Señor os perdonó, perdonaos también vosotros. Y por encima de todo esto, revestíos del amor, que es el vínculo de la perfección (Col. 3, 12-14), porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Pues no recibisteis un espíritu de esclavos para recaer en el temor; antes bien, recibisteis un espíritu de hijos adoptivos que nos hace exclamar: ¡Abbá, Padre! El Espíritu mismo se une a nuestro espíritu para dar testimonio de que somos hijos de Dios (Rom. 8, 14-16).
Hermanos, permanezca cada cual ante Dios en el estado en que fue llamado (I Cor. 7, 24), vosotros, hermanos, no os canséis de hacer el bien (II Tes. 3, 13), Estad siempre alegres, orad constantemente, en todo dad gracias, pues esto es lo que Dios, en Cristo Jesús, quiere de vosotros, no extingáis el Espíritu; no despreciéis las profecías; examinadlo todo y quedaos con lo bueno (I Tes. 5. 16-21), que nadie procure su propio interés, sino el de los demás (I Cor. 10, 24), ya comáis, ya bebáis o hagáis cualquier otra cosa, hacedlo todo para gloria de Dios (I Cor. 10, 31). Cada cual dé según el dictamen de su corazón, no de mala gana ni forzado, pues: “Dios ama al que da con alegría” (II Cor. 9, 7); velad, manteneos firmes en la fe, sed hombres, sed fuertes, haced todo con amor (I Cor. 16, 13-14). De modo que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios que hace crecer. Y el que planta y el que riega son una misma cosa; si bien cada cual recibirá el salario según su propio trabajo ya que somos colaboradores de Dios y vosotros, campo de Dios, edificación de Dios (I Cor. 3, 7-9).
Hermanos, no seáis niños en juicio. Sed niños en malicia, pero hombres maduros en juicio (I Cor. 14, 20).

No entristezcáis al Espíritu Santo de Dios, con el que fuisteis sellados para el día de la redención. Toda acritud, ira, cólera, gritos, maledicencia y cualquier clase de maldad, desaparezca de entre vosotros. Sed más bien buenos entre vosotros, entrañables, perdonándoos mutuamente como os perdonó Dios en Cristo (Efe. 4, 30-32). A nadie damos ocasión alguna de tropiezo, para que no se haga mofa del ministerio, antes bien, nos recomendamos en todo como ministros de Dios: con mucha constancia en tribulaciones, necesidades, angustias (II Cor. 6, 3-4). Para ser libres nos libertó Cristo. Manteneos, pues, firmes y no os dejéis oprimir nuevamente bajo el yugo de la esclavitud (Gál. 5, 1).
Me alegré mucho en el Señor de que ya al fin hayan florecido vuestros buenos sentimientos para conmigo. Ya los teníais, sólo que os faltaba ocasión de manifestarlos (Fil. 4, 10). Saludad a todos los santos en Cristo Jesús. Os saludan los hermanos que están conmigo. Os saludan todos los Santos. La gracia del Señor Jesucristo sea con vuestro espíritu (Fil. 4, 21-23).
Que el Señor de la paz os dé El mismo la paz, siempre y en toda coyuntura… el saludo es de mi propio puño y letra: PABLO…la gracia de Nuestro Señor Jesucristo sea con todos vosotros.


El primer popurrí paulino nació en el seno de la comunidad del Espíritu Santo de la Parroquia María Madre de la Iglesia de la Arquidiócesis de Valencia bajo el título “Epístola de San Pablo a la Comunidad del Espíritu Santo”, publicada en el boletín de la misma comunidad denominado “Mensajero del Cielo” (Año III, Nº 1, Mayo 1996).












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