lunes, 19 de agosto de 2019

ENTRE CORDONES Y TRENZAS



(Parábola en memoria de los caídos por la libertad de los pueblos)

Trasladarse al siglo pasado durante la década de 1930 y transitar las típicas calles del centro de Valencia incita a presenciar, disfrutar y detallar con tranquilidad y sin el agite con el que estamos viviendo en la actualidad conocer un paisaje urbano en blanco y negro, pero con el vivo colorido de valores que plasman sus protagonistas: calles angostas, en su mayoría, empedradas, limpias, con huecos y vistosos rieles de las tranvías o del ferrocarril, estrechas aceras con frentes de casas destartalados, y tímidos ambulantes, algún que otro carruaje impulsado a caballo y faroles para el encendido nocturno.
Pocas damas circulan, a no ser, en horas mañaneras, buscando agua en garrafas o víveres en bodegas y mercados públicos, con sus típicos trajes de largas faldas y llamativos sombreros, al tanto que, los caballeros visten elegantemente con vistoso y elegante traje oscuro acompañado de sombrero, camisa blanca, chaqueta combinada con el paltó, dejando ver solo el nudo de la corbata. Por supuesto, tanto damas como caballeros, calzan zapatos de cordones o de trenzas, como popularmente suelen son conocidos. Toda la moda que reina en el ambiente consiste en la fiel copia  de viajeros y viajeras provenientes de Europa y Norteamérica.

Calle Comercio de la Valencia de 1930


Todo este escenario típico de Valencia se repite en el resto del país cubierto por la sombra del régimen dictatorial de Juan Vicente Gómez, quien impone en cada estado de la República a sus fieles servidores como autoridades civiles, y apoyado por una ley arrastrada desde la colonia, denominada “ley de patronato”, también le dan la prerrogativa de elegir las autoridades eclesiásticas a su conveniencia personal. En este sector de la imagen en blanco & negro es donde se cobijan los anti valores de la estampa propuesta.

Las principales parroquias centrales que animan la ciudad están constituidas por La Catedral, San Blas, San José y La Pastora. Entre sus habitantes se destaca Joaquín Mariño, quien es un popular parroquiano de San Blas que merodea asiduamente los alrededores de la plaza Bolívar. Su origen es desconocido. Algunas referencias lo señalan erróneamente como familiar del prócer de la Independencia, Gen Santiago Mariño. Otras versiones recogidas entre las tradiciones orales generadas en las escalinatas del monolito de la plaza Bolívar de Valencia, lo refieren como hermano de un tal señor llamado Santiago Mariño, acaudalado vecino con la capacidad suficiente para comprar a la familia Marrero un lote de terreno en el cruce de la Farriar con Colombia donde logra construir con su propio peculio la sala del cine “Mundial”.
El cine abre sus puertas al público entre los años de 1922 hasta 1972, cuando definitivamente se ve forzado a cerrar sus puertas a los asiduos espectadores. Para el momento de  la década de 1930 el cine representa el principal centro de atracción muy activo por la novedad de la cinematografía y por la falta de otras alternativas recreativas para la sociedad valenciana. Es la la época de la proyección de películas mudas en blanco y negro, con fondo musical, tales como “El demonio y la carne”, “el séptimo cielo”, “El ladrón de Bagdad”, “La caja de Pandora”, “El abanico de lady Windermere”, “La viuda alegre”, “El hijo de la pradera”.
Esta sala de cine se convierte rápidamente como tapujo para esconder un centro clandestino de ciudadanos enfrentados al régimen de Juan Vicente Gómez y a su temida policía represiva. En sus estancias se realizan reuniones de líderes de la resistencia, entre los enseres propios de la cinematografía se puede descubrir una modesta imprenta para editar volantes con fuertes críticas al gobierno imperante y un pasquín de publicación periódica con artículos de pensadores con sueños de libertad. Todas estas iniciativas están severamente catalogadas por la dictadura imperante como comunistas y de sumo peligro  para la estabilidad del régimen.

Joaquín Mariño se convierte rápidamente en líder nato destinado para la difusión de los postulados e ideales democráticos de este grupo subversivo por las céntricas calles de Valencia. Lo cierto es que Joaquín ha adquirido fama en toda la ciudad y sus alrededores, tales como, Candelaria, Santa Rosa, Naguanagua, San Diego y otras más. Los puntos marcadamente rutinarios de sus correrías diarias son la Iglesia y la plaza de San Blas, de donde parte, para continuar pasando por la  placita de la Glorieta, ubicada entre las avenidas Mariño y Campo Elías, y siguiendo hacia el pleno centro de la ciudad, buscando llegar a la plaza Bolívar y la Catedral, adonde afluye la mayor cantidad de ambulantes citadinos. Entre los edificio públicos del centro de Valencia se pueden mencionar la plaza Sucre contigua a la Iglesia de San Francisco y diagonal al palacio de la gobernación, como así mismo, el cuartel de la policía, hoy Casa Páez [1], sitio popularmente señalado como detestable e infame por las atrocidades cometidas por el régimen imperante.

En lo que respecta a las autoridades civiles, los presidentes del estado Carabobo ejercen sus respectivos cargos en breves periodos de tiempo, sujetos a nombramiento discrecional de los jefes supremos del poder alternados por  Juan V. Gómez, y el doctor Juan Bautista Pérez, este último, como encargado de la presidencia de la República en 1929, para que el “benemérito” pudiera disfrutar un placentero descanso en la tranquilidad de su hacienda privada, El Trompillo, en su amada ciudad de Maracay. A pesar de seguir dirigiendo los destinos del país desde su retiro, tanto el mismo dictador de Venezuela como el presidente encargado pusieron y quitaron los gobernantes a sus intereses personales. Es así como los historiadores reseñan los gobernantes de paso por el estado Carabobo entre los años de 1925 y 1938, de la siguiente manera:


         Nº                                        Gobernadores                                   Período        _________________________________________________________________                                                              
       154                                Ramón H. Ramos                                1925 -  1928
       155                                Gral. José María García                       1928 - 1929
       156                                Dr. Santiago Siso Ruiz                               1929
       157                                Gral. Santos M. Gómez                       1929 – 1935 [2]
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En este orden de ideas, por el lado jurisdiccional eclesiástico, Monseñor Salvador Montes de Oca, representa la primera autoridad en la diócesis de Valencia, desde 1927, cuando fue designado II Obispo de la diócesis, a los 32 años de edad y con tan solo 5 años de ordenado sacerdote. Por cierto, cuando Gómez firmó su autorización para cumplir con la ley de patronato eclesiástico comentó: -"pero si es un niño”, porque era habitual que los obispos tuvieran muchos años de experiencia para ejercer sus funciones episcopales. Entre el día 11/10/1929 y el 03/08/1931, Mons. Montes de Oca recibió orden de expulsión del país por el presidente Pérez, hasta cuando Gómez derogó la extradición del Obispo, una vez reasumido nuevamente el mando como Presidente de Venezuela.

Cuando Juan Vicente Gómez asestó el golpe de estado contra su compadre Cipriano Castro reorganizó y modernizó el ejército venezolano, y partiendo del mismo componente de policías andinos, popularmente conocidos como “chácharos”, también promovió un profundo cambio en la dirección policial, convirtiéndola en un temible cuerpo represivo y de inteligencia para descubrir elementos incómodos al gobierno, a tal punto, que rápidamente a la policía gomecista se le denominó “la sagrada”, en virtud del respeto temeroso que se le brindaba por parte de la población general, como algo contra lo que nadie podía agredir o irrespetar para evitar castigos sobre humanos. Los chácharos andaban uniformados con elegantes liquiliques blancos que resaltaban el grueso cinturón de cuero negro colombiano, dotado de dispositivos para sostener tanto el rolo y la ancha peinilla con vaina del mismo cuero del cinturón, sombrero tipo australiano con un ala doblada y abrochada, y fusil tipo colt 45 colgado a la espalda. En la ciudad de Valencia, la sede de la policía se estableció en el caserón histórico que perteneció al general José Antonio Páez.

 
                                   Policía sagrada montada                                                                            Piquete de policía sagrada

Los rumores de rebeldía en la ciudad de Valencia llegan a los oídos del amo de Venezuela en Maracay, por lo que su primo, el general Santos Matute Gómez, es designado Presidente del estado Carabobo para que “la ciudad rebelde de Valencia quedara derechita a los pies del benemérito siguiendo el patrón nacional impuesto de unión, paz y trabajo”, al decir del jefe supremo. Las primeras consignas impartidas a sus colaboradores inmediatos por el nuevo gobernador en el Capitolio de Valencia están orientadas a detectar el foco neurálgico de la resistencia en el estado Carabobo contra el régimen imperante. A partir de entonces, un selecto grupo de chácharos, vestidos de paisanos, se confunden con la población civil en todos los sitios públicos para recoger las pistas necesarias y llegar hasta el refugio de los subversivos, desenmascarar a los autores y destruir todos los elementos utilizados para enfrentarse al régimen.

En una de sus correrías, cuando  Joaquín Mariño recién termina de arengar en voz baja y desaparecer en medio de la gente, uno de los tantos paisanos transeúntes por los alrededores de la plaza Bolívar, incitado por las ardientes palabras escuchadas, no se resiste a manifestar en voz alta e iracunda sus sentimientos de protesta provocando lo mismo entre quienes le acompañan, y formándose simultáneamente una algarabía pública de repudio y protesta contra el general Santos Matute Gómez. Sin hacerse esperar, un mendigo entre los presentes saca de su harapiento bolsillo un pito para llamar la atención de sus otros colegas policías confundidos con el público presente, quienes se llevan detenidos al cuartel de policía a todos los implicados en el alboroto, y de paso, retornar a la tranquilidad pública impuesta a la fuerza. Los perturbadores del orden y de la calma citadina  son conducidos a la sala del chorro de agua fría, luego a las celdas comunes, de donde van saliendo de uno en uno al cuarto de torturas, y finalmente, tras viles y largos sufrimientos logran sacar confesión de nombres y lugares de líderes de la resistencia gomecista. Los resultados del operativo de inteligencia policial no se hacen esperar, y en muy breve tiempo, llegan al centro de operaciones de Joaquín Mariño para apresarlo y conducirlo a la temible sede policial, donde es sometido a tan fuertes torturas, a tal punto, que sobrepasando su resistencia física, se les quedó muerto en la macabra faena. Para justificar el horrendo crimen ante la opinión pública la jefatura de la policía declara oficialmente  que Joaquín Mariño se había suicidado, “ahorcándose con los cordones o trenzas de sus zapatos”.

Cuando el enérgico Obispo de la diócesis de Valencia había retornado de su injusta extradición del país se entregó de lleno a su labor apostólica con el ardor y la tenacidad necesarios para compensar los días que tuvo que permanecer en contra de su voluntad fuera de su jurisdicción eclesiástica. Se le veía recorrer las mismas calles por las que había transitado Joaquín Mariño, pero no en actividades políticas, sino por el contrario, en servicio estrictamente pastoral, visitando las casas del casco central, alentando y ayudando a los vecinos más pobres, pero también alternando con visitas a los presos de la tenebrosa cárcel en la esquina Páez, entre las calles Boyacá y Farriar, sin olvidar tampoco, de bajar en otras ocasiones a Puerto Cabello para visitar los presos del Castillo Libertador, y posteriormente, como consecuencia de estos contactos con presos políticos, la imperiosa necesidad de contactar a los familiares desasistidos por la ausencia de sus entrañables seres queridos presos que eran cabeza de familia.

Monseñor Salvador Montes de Oca ya había conocido a la familia Mariño antes de los crueles acontecimientos que habían ocurrido, y en lo personal, nunca le convenció la falsa información de un suicidio con cordones o trenzas de zapatos, pero en su caso personal con antecedentes de perseguido y exilado político, debía manejarse con mucha prudencia  y cautela para no estropear su ministerio espiritual.

Sin embargo, basándose en su férrea personalidad y en sus firmes convicciones basadas en auténticos principios y valores evangélicos, toma la difícil decisión de practicarle a Joaquín Mariño los correspondientes oficios religiosos, a pesar de que oficialmente, había sido declarado por las autoridades gubernamentales como un acto de suicidio, y por consiguiente, imposibilitado de practicarle oficios religiosos. Pero en todo caso, para este insigne obispo, Joaquín Mariño no se trata de un preso político más que se ahorca con los cordones de sus zapatos, sino que más bien, se trata de un verdadero mártir patriota por defender los derechos ciudadanos y la libertad de toda una nación, que debe darse a conocer ante la opinión pública  como un ciudadano de comportamiento ejemplar a seguir por el resto de la sociedad.
Iglesia y plaza de San Blas, Valencia, estado Carabobo


Un piquete de esbirros de la sagrada traslada los restos mortales de Joaquín Mariño a su residencia de San Blas para su velatorio y entierro con estricta orden de que se impida a familiares y deudos abrir la tapa de la urna. Ya en la noche del velatorio numerosos vecinos acompañan a la familia Mariño, unos por sincera solidaridad amistosa y otros por simple curiosidad ante los comentarios que corren por toda la ciudad, pero la perspicacia característica del venezolano provoca con efectividad y consecuencias, a que uno de los asistentes invite amistosamente a los guardias ausentarse del féretro  para saborear un suculento consomé, momento en el cual, una de las hermanas de Joaquín procede a abrir la urna. La dolora y penosa acción provoca fuertes reacciones lastimeras  y rencorosas ante la figura del rostro desfigurado por la contundencia de la golpiza recibida. No quedan rastros de dudas. Está confirmado lo que se sospechaba. El fallecimiento de Joaquín no se debe al suicidio porque los moretones, la desfiguración de su rostro y las múltiples heridas, demuestran a simple vista, que no había resistido a la implacable tortura a la que se le había sometido.

Ya en la mañana siguiente, día del entierro, las calles centrales de la ciudad se observan abarrotadas por la gente que espontáneamente se dispone a darle un respetuoso adiós a Joaquín, no se sabe si por admiración, por amistad o por protesta al detestable régimen imperante. Lo cierto es que la primera autoridad eclesiástica de Valencia, su Obispo en persona, Monseñor Salvador Montes de Oca, preside la liturgia fúnebre, cumpliendo rigurosamente todo el protocolo indicado para el momento, lo que significa un auténtico desafío a las autoridades civiles por parte de la autoridad eclesiástica.

El cortejo fúnebre entre San Blas y el cementerio prácticamente se convierte en una verdadera demostración de protesta cívica y pacífica ante las autoridades vigilantes desde edificios públicos, sin la posibilidad de intervención por parte de la sagrada para evitar males mayores. La marcha era lenta, cada paso de avance del cortejo fúnebre era seguido automáticamente  por tres pasos de retroceso, cada vez que la caravana mortuoria arriba a alguna plaza, o en cada esquina o lugar abierto, la gente se para notoriamente para desamarrar pausadamente los cordones y / o trenzas de sus zapatos y volverlos a amarrar calmadamente de nuevo, tomándose todo el tiempo posible para que el gesto hable por sí mismo, queriendo decir: “Joaquín Mariño no se quitó la vida con los cordones o las trenzas de sus zapatos porque los esbirros de la sagrada fueron quienes lo torturaron hasta matarlo”, y de esta manera, continúar el desfile fúnebre hacia la su última morada.

Con esta estampa le toca el honor a la ciudad de Valencia, encabezada por su segundo Obispo, Monseñor Salvador Montes de Oca, el honor de pionera histórica en aplicar la resistencia cívica no violenta impulsada por Mahatma Gandhi en la independencia de la India y Pakistán. Entre cordones y trenzas, el pueblo humilde y civil de las céntricas calles de Valencia pasa a figurar meritoriamente como antecesor de cacerolazos, de plantones, de huelgas de hambre, los escraches y demás protestas pacíficas a favor de los derechos humanos y de la libertad de los pueblos del mundo.


Juan Pablo Sarratud Porras, Ciudad Alianza.-

[1]  La Casa Páez constituye hoy día un museo histórico en cuyo sótano se aprecian los calabozos y el ambiente sombrío donde torturaban a los presos que quería sacarles información.-

[2] http://enfermedadelalma.blogspot.com/2011/03/gobernadores-de-carabobo-sede-de-la.html  Esta lista coincide con la lista de la página 160/161 de la Historia del Estado Carabobo de Torcuato Manzo Núñez (ediciones Presidencia de la República 1981.-

Fuentes:
Movimiento estudiantil de 1928: Blog Historia Contemporánea de Venezuela:  https://historiadevzla.wordpress.com/2012/06/01/generacion28/

Los cines de Valencia. Christian Colombet:

Un pantalón más. Ricardo Mandry Galíndez. Página 168 – 169

Valencia en Textos y contextos. Julio Rafael Silva Sánchez:

El Museo Casa Páez. Napoleón Pisani Pardi:

jueves, 8 de agosto de 2019

ATRACOS A INSTITUCIONES FINANCIERAS

ATRACOS AL BANCO CENTRAL DE VENEZUELA



Desde su fundación en septiembre de 1939, el Banco Central de Venezuela ha sido víctima y escenario de dos de los más espectaculares robos de la historia criminal en Venezuela, (uno por ser el más cuantioso de la primera mitad del siglo XX y el otro por ser el primer gran atraco que ocurrió en Caracas) en ambos coincidencialmente actuaron tres hombres y ambos parecieron sacados del guión de una opera bufa. Esta es la historia del primero de esos robos.
Pedro Díaz tuvo que esperar a que el dueño del bar El Malecón sirviera los tragos para hacer la pregunta que tenía atorada en la garganta.
– ¿Estas completamente seguro Manuel? ¿Es dinero lo que trae el Santa Rosa en esas cajas?
– Bueno, por lo menos fue lo que pude averiguar. Lo que viene en las cajas son los billetes que el Banco Central manda a imprimir en el norte; esta vez traen 44 cajas repartidas en dos remesas, la primera viene en el Santa Rosa y la segunda en el Santa Paula, cada caja contiene un buen lote de billetes nuevecitos mi hermano; en todo caso no esta de más probar; si no es lo que pensamos tiramos esa vaina al mar, total ¿qué perderíamos?
– Tienes razón, pero tenemos que planificar bien todo el asunto.
– ¡Claro, chico! – Respondió Manuel – Búscate a Tomás que tiene un bote peñero. Yo voy a estar ese día estibando la carga del vapor a la gabarra. Para no levantar sospechas anótate como avance, así no llama la atención que estés por allí. Cuando la gabarra se acerque a puerto, ustedes deben estar con el bote a la zaga, esperas mi señal para abordar la gabarra y pasamos una de las cajas al bote de Tomás. Lo mejor de todo esto es que la policía no está ni enterada de lo que viene en el vapor, así que no tendremos vigilancia.
– OK Manuel, yo ubico a Tomás y preparo una “concha” para guardar la caja; ojalá estemos en lo cierto, si es así se van a armar tres limpios.
Pedro dejó a Manuel libando una última copa. Cuando salió a la calle sintió que el aire salitroso golpeaba su rostro, miró a los alrededores y encajó el sombrero en el cráneo antes de comenzar a caminar. Esa noche quería celebrar que iba a ser rico.
– Voy a llevar a la negra a Maiquetía – Pensó – En el Paramount están dando Rosa de sangre, al salir del cine hablo con ella ¡si esto se me da, me caso!

El lunes 19 de mayo de 1947, tal como estaba previsto, el vapor Santa Rosa de la “Grace Line” llegaba al puerto de La Guaira, procedente de la ciudad de Nueva York. La embarcación traía sus bodegas cargadas de mercadería seca para los comercios de Caracas y un lote de 26 cajas destinadas al Banco Central de Venezuela. A excepción de Manuel Santana Muñoz a quien conocían en el litoral como “El rey del contrabando”, ninguno de los estibadores conocía el contenido de esos bultos.
Cuando la gabarra se alineó con el barco comenzó la descarga; lo primero que debían bajar eran las 26 cajas; ocupados como estaban ninguno de los obreros notó el bote peñero que se acercaba cauteloso con dos hombres a bordo. Estos eran Pedro Díaz (a) “El remendado” y Tomás Jhonson (a) “Psicología”, dos maleantes que cuando no había nada que robar fingían ser estibador uno y pescador el otro. Pedro esperó la señal de Manuel y subió rápido a la gabarra; El rey del contrabando ya había apartado una de las cajas y con ayuda de Pedro la pasó al bote con cuidado de no llamar la atención. Una vez con el botín en su poder psicología y el remendado pusieron proa a una playa cercana. En el trayecto, Pedro casi se infarta cuando vio por una de las hendijas que lo que traía la caja eran billetes de 500 Bolívares. Ay papá – pensó – ¡un enorme y bonito lote de billetes de 500!
Horas más tarde, cuando los empleados de aduana terminaron de recibir las cajas, notaron que de las 26 que debían llegar ese día solo había 25. Intercambiaron impresiones sobre lo que podía haber sucedido y uno de ellos concluyó que tal vez la caja que faltaba venía en el vapor santa Paula cuya llegada estaba programada para el miércoles. Les era imposible consultar con la tripulación del Santa Rosa pues apenas terminar de descargar tomó rumbo al austral puerto de Buenos Aires.
– Esperemos al Santa Paula, seguramente allí viene esa caja.
Ordenaron a los estibadores que llevaran las 25 cajas al almacén de la estación norte y se dispusieron a recibir la mercadería. ¡Había mucho trabajo esa mañana como para estar pendiente de una cajita!
Esa noche los tres hombres celebraron de lo lindo en una casucha enclavada en los cerros que miran al mar Caribe; hasta allí habían llevado la caja robada. Antes de abrir la caja Manuel contó a sus cómplices lo que había pasado después del robo.
– Los de aduana no sospecharon, decidieron esperar hasta pasado mañana la llegada del otro vapor que trae las 18 cajas restantes – explicó Manuel mientras Tomás improvisaba un gancho para abrir el bulto – Piensan que allí debe venir la caja que faltaba hoy.
– Perfecto – terció Pedro- ahora veamos cuanto tenemos aquí.
Cuando lograron abrir el paquete, pudieron ver una gran cantidad de billetes perfectamente apilados. No cabían de gozo cuando al terminar el conteo supieron que eran dueños y señores de 20.000 billetes de 500 ó lo que es lo mismo diez refulgentes millones de bolívares. Los tres reían, bailaban y se abrazaban al saber que se habían hecho millonarios de un modo tan fácil.
Pero tenían un problema: Al ser billetes de alta denominación ¿cómo podían pasarlos sin levantar sospechas? A Pedro se le ocurrió que podían intentar al día siguiente en el comercio local, aquella idea fracasó porque ningún comerciante aceptó los billetes pues temían que fuesen falsos, tendrían que buscar otro modo.

El miércoles 21 de mayo los funcionarios de aduana supieron que la caja había sido robada; el vapor Santa Paula solo traía las 18 cajas pautadas desde el inicio. Decidieron dar parte a las autoridades y preparar un listado de los estibadores y avances que trabajaron el día lunes. Esa mañana el Sr. J.M. Herrera Mendoza, Presidente del Banco Central de Venezuela recibió en su despacho la noticia del extravío y de inmediato se comunicó con Jorge Maldonado Parilli, jefe de la Oficina de Investigaciones Criminológicas quien personalmente dirigió la comisión encargada de las pesquisas. El mismo día Manuel Santana Muñoz el rey del contrabando, le echó un balde de agua fría a su amigo Pedro Díaz.
– Oiga compadre – dijo señalando uno de los billetes – estos bichos no sirven.
– ¿Cómo que no sirven?
– Mírelo, no están firmados ni tienen la fecha de puesta en circulación.
– ¡Carajo! Es verdad. Así no nos sirven.
Pedro quedó pensativo un instante y de pronto su rostro se iluminó
– Tranquilo, Manuel, la solución está en conseguir un buen falsificador colombiano, déjame ver si logró ubicar uno. Dame chance, busca a Tomás y dile que nos vemos mañana temprano en el rancho.

A esa misma hora en Caracas el Presidente del Banco Central leía ante los reporteros reunidos en su oficina un comunicado especial:
“El Banco Central de Venezuela cumple con participar al comercio, a la banca y al público en general el extravío de 20.000 billetes de Bs. 500 que alcanzan la suma de Bs. 10.000.000 (diez millones).
En un barco de la Grace Line venían con destino al Banco Central, enviados por la American Bank Note Company de Nueva York, un lote de bultos conteniendo billetes de banco, el buque en cuestión dejó su mercancía en los muelles, y cuando se efectuaba el recibimiento se pudo constatar el extravío de uno de los bultos. Entre los billetes extraviados está comprendida la serie del A480.001 al A500.000. Las piezas extraviadas son de color rosado oscuro, no tienen firma alguna y carecen de la fecha de emisión que se estampa cuando el directorio acuerda lanzarlos al mercado.
La directiva del Banco Central de Venezuela acuerda declarar anulada tal serie y hará circular profusamente cárteles que deberán ser colocados de forma visible en todos los institutos bancarios y casas de comercio de importancia. ”
Así las cosas, nuestros muchachos no tenían en su poder sino un enorme y pesado lote de esqueletos de billetes sin valor nominal alguno y siguiéndoles los pasos de muy cerca estaban los sabuesos de la Oficina de Investigaciones Criminológicas. En las horas que llevaban en el puerto de La Guaira, Maldonado Parilli y sus hombres habían interrogado y descartado a todos los obreros que ayudaron a descargar el vapor Santa Rosa, solo les faltaban dos de la lista: Manuel Santana Muñoz y Pedro Díaz, quienes de inmediato se hicieron sospechosos por sus antecedentes delictivos. Éstos, caídos de la mata como eran igual se reunieron el jueves en la mañana en la concha donde tenían el bulto con los billetes robados.
Pedro no traía buenas noticias, del falsificador nada. Luego de discutirlo un rato, los hombres decidieron repartir el botín y separarse, Tomás y Pedro tomaron cada uno 2.500.000 y Manuel se quedó con los cinco millones restantes, de él había sido la idea, por tanto le tocaba la mayor parte.
Al salir de la casucha, el remendado decidió poner en práctica una idea que se le había ocurrido. Se llegó a la agencia local del Banco de Venezuela y pidió ser atendido por el cajero principal. El funcionario de nombre Héctor Párraga acudió al llamado y Pedro sin mediar explicaciones le propuso de inmediato que lo haría rico si le cambiaba un lote grande de billetes de 500 que traía consigo. El cajero principal miró los billetes y le pidió que lo esperase un momento. Pedro Díaz cayó en cuenta de que el hombre iba a denunciarlo y salió corriendo de la agencia bancaria.
Luego de deambular un buen rato, Pedro Díaz el remendado resolvió que lo mejor que podía hacer en aquel momento era distraerse, necesitaba pensar con claridad y así con los nervios de punta no podía. – Voy a buscar a la negra para que salgamos a divertirnos un rato – pensó – luego veo que hago.
El jueves en la noche Pedro y su novia entraron a un night club en Naiguatá, allí comieron, bebieron y bailaron, la chica emocionada no podía creer lo que pasaba. Su amado jamás había gastado dinero como aquella noche. Pedro parecía un pachá, ordenaba comida y licores a diestra y siniestra. Al final de la velada el hombre pagó con uno de los billetes de 500 y salió del lugar. El cajero notó que el billete era de la serie solicitada por la policía, de inmediato llamó y al poco rato llegó una comisión. A Pedro y su novia se los había tragado la noche pero ya contaban con varias pistas para encontrarlos, alguien que estaba en el local conocía a la mujer y suministró los datos necesarios para su captura. Ese mismo día habían interrogado al cajero principal del Banco de Venezuela y las características que señaló del sujeto que lo abordó coincidían plenamente con las de Pedro Díaz, el lazo se estaba cerrando.
Cuando la novia del remendado llegó a su casa el viernes por la mañana, se encontró con una desagradable sorpresa, un par de policías le cerró el paso, cuando le dijeron que estaba detenida la pobre muchacha no sabía bien qué pasaba; trató de protestar pero fue en vano. – Calle y súbase a la patrulla – le ordenaron los agentes con cara de pocos amigos. Ese mismo día la policía local capturó a un hombre llamado Alejandro Lampe cuando trataba de pasar uno de los billetes, resultó que aquel billete se lo había dado Pedro la noche anterior.
El día sábado no habían logrado aprehender ni a Pedro ni a sus cómplices, éste quien no sabía que su novia estaba detenida fue a esconderse en la casa de aquella. Al llegar al sitio y ver que la mujer no estaba, usó la copia de la llave que tenía y entró.

– Voy a esperarla – se dijo a sí mismo – Debe estar haciendo alguna diligencia.
El mismo sábado en la noche, cansado de buscar, uno de los policías tuvo la idea de revisar el número 18 de Tres Lunas y Blandín, la casa donde detuvieron a la chica, allí cómodamente instalado consiguieron a Pedro. El hombre no opuso resistencia, interrogado en la sede policial reveló todo el plan y delató a sus compañeros.
Cuando la comisión policial llegó al sitio donde estaba Tomás Jhonson lo encontró maldiciendo y quemando los billetes y lo llevaron a hacerle compañía a Pedro. Se había recuperado la mitad de lo robado, solo faltaba una detención y el resto del dinero.
Con los diligentes datos aportados por el remendado y psicología los detectives de la Oficina de Investigaciones Criminológicas lograron la captura de Manuel Santana Muñoz y la recuperación de los 5 millones de bolívares que faltaban.
El domingo 25 de mayo de 1947, el trío de hampones vería por última vez en mucho tiempo el golpetear de las olas contra la pedregosa costa de La Guaira, en la patrulla que los llevaba a Caracas pensaban en la temporada que les esperaba en la Cárcel Modelo.
Su sueño de ser millonarios se había esfumado.
Artículo copiado literal y textualmente de la publicación original de autor desconocido en la siguiente página:


jueves, 18 de julio de 2019

SIMÓN BOLÍVAR, HUÉRFANO DE 12 AÑOS



El niño Simón de la Trinidad Bolívar Palacios, nacido el día 24/07/1783,  a los dos (2) años y medio, quedó bajo la tutela de su madre, Doña Concepción Palacios y Blanco de Bolívar al fallecer su padre Juan Vicente Bolívar Ponte el 16/01/1786.
Faltando pocos días para cumplir sus nueve (9) años falleció su madre el día 06/07/1792, quedando bajo el tutelaje de su abuelo materno, Don Feliciano Palacios Aguirre; su abuela materna,  Ariztia Sojo Gil de Arriata, ya había muerta, y no pudo compartir con su esposo la tutela del futuro Libertador de seis (6) naciones latinoamericanas.
El pequeño huérfano de padre y madre quedó nuevamente sin tutoría al fallecer su abuelo materno el día 05/12/1793, cuando contaba tan solo diez (10) años de edad. Automáticamente, en calidad de herencia a través de documento testamentario, los tíos maternos, Don Esteban Palacios Blanco y Carlos Palacios Blanco se convirtieron en tutores legales del menor don Simón Bolívar Palacios. Pero en la práctica la tutoría del niño fue ejercida solamente por el tío Carlos, en virtud de que el tío Esteban estaba residenciado en España, a pesar, de que el pequeñuelo se identificaba más sentimentalmente con el tío que partió a España a buscar un título nobiliario para su hermano mayor, Juan Vicente. A su vez, Don Carlos Palacios Blanco era soltero y se dedicaba con mayor ahínco a la administración de sus propiedades agrícolas en los valles de Aragua, que al cuidado directo del menor huérfano

A ciencia cierta no se sabe de fuente documental detalles sobre el estilo de vida rutinaria que se llevaba en la residencia de Don Carlos Palacios, pero sí es cierto, probado a través de los documentos que forman parte del expediente levantado por la Real Audiencia de Caracas (RAC) en relación al “litigio ventilado sobre el domicilio tutelar y educación del menor Simón Bolívar” durante el año de 1795 ([1]), que el niño Simón Bolívar Palacios se presentó sorpresivamente en la víspera de su cumpleaños número doce (12), el 23/07/1795, en la casa de su hermana mayor, Doña María Antonia Bolívar Palacios manifestándole que quería vivir con ella y no en la casa de su tío Carlos, quien para ese mismo momento, se hallaba ausente de Caracas, atendiendo sus negocios.

Al siguiente día, cumpleaños del niño Simón, acudió María Antonia Bolívar Palacios, ante la RAC para informar la novedad presentada ante ella por el niño. De esta manera se abrió un expediente, firmado y autenticado por los siguientes funcionarios de la RAC: López Quintana, en calidad de Regente; Cortines Pedrosa, como Oidor; y Rafael Diego Mérida, cumplía interinamente el cargo de Escribano ([2]).
El mismo día libró la RAC una resolución dictaminando que mientras estuviese ausente de su casa de habitación el tutor Carlos Palacios, se quedara el niño en la residencia de Don Pablo Clemente Francia y de María A. Palacios Blanco.

Una vez que Carlos Palacios regresó el día 31/07/1795 de sus habituales jornadas de trabajo fuera de Caracas, se dirigió a la RAC para exigir que le fuera reintegrado su sobrino a su residencia habitual porque debía estar bajo su protección, cuidado y educación, como en efecto, así lo determinó de inmediato la RAC por escrito a las partes involucradas en el caso.
El mismo día el escribano Rafael Diego Mérida se presentó a la casa de don Pablo Francia para ejecutar la decisión de la RAC y trasladar al niño Simón desde la casa de María Antonia a la casa del tío Carlos Palacios,  sin resultado alguno, por la obstinada resistencia del pequeño a pesar de la oportuna disposición favorable del señor y su esposa donde se encontraba el menor.

Así, de esta manera, quedaron las cosas, pero al día siguiente, 01/08/1795, acudió don Carlos Palacios ante la RAC solicitando que se insistiera para que el menor bajo su tutela fuera extraído de donde estaba alojado para llevarlo, no ya a su residencia, sino a la casa de su maestro de primeras letras,  Don Simón Rodríguez. La impetuosa resistencia del menor impidió nuevamente la ejecución emanada de la RAC. El orgullo de los Palacios Blanco llevó a don Carlos a poner el límite de las 8 de la noche para que se cumplieran órdenes del propio Rey transmitidas a través de la RAC.
Llegada la hora pautada, bajo las lámparas de aceite se presentó el escribano  con don Carlos a la habitación de los Francia Bolívar a cumplir lo acordado por la RAC. Finalmente, el señor Mérida dejó asentado por escrito que a pesar de la persuasión por parte de los tíos y de la hermana de menor a obedecer la incómoda decisión, este persistía en negarse a salir de la casa, hasta tal punto, que fue necesario cargarlo y llevarlo a cuestas de un criado hasta hacerle entrega formal del niño a su mentor de educación inicial. Queda a la imaginación del lector cómo se desenvolvería esa noche un notable educador para tranquilizar a un niño rebelde y llevarlo a estado de tranquilidad. Pero de lo que no queda duda, es que este mal momento no truncó su futuro de gloria.

Pasaron seis (6) días para que don Pablo Clemente Francia, en nombre propio y en representación de su señora esposa, doña María Antonia Bolívar, se presentara nuevamente ante la RAC el día 07/08/1795 para reclamar la manera como se ejecutó el traslado del niño y solicitar la restitución del pupilo a la casa de la familia Francia Bolívar. A través de esta gestión que quedó asentada en el expediente del menor de 12 años, la versión por parte de ellos, con detalles omitidos por el escribano, “El Malo”. A continuación se expone un resumen del largo escrito de los esposos Francia Bolívar:
El día 01/08/1795 a las ocho (8) de la noche se presentaron el escribano de la RAC, Receptor Manuel Sabogal, en compañía de don Francisco Palacios, en representación de su hermano Carlos Palacios, ausente en ese momento, para extraer al niño Simón y entregarlo en la escuela pública al cargo y dirección de su maestro don Simón Rodríguez. La diligencia se cumplió de manera violenta debido a la fuerte resistencia ofrecida por el menor, a pesar de la intervención persuasiva de Pablo Francia y María A. Bolívar, obligando al escribano actuar con violencia, escándalo y alboroto ([3]).
Ante la turbulenta situación que había roto la tradicional tranquilidad nocturna de la Caracas colonial, se acercaron varios vecinos, y junto a ellos, don Feliciano Palacios y Francisco Palacios, hermanos de Carlos. Pablo Francia golpeó por el pecho al niño que lloraba en brazos de su hermana María Antonia, obligándolo a desprenderse y bajar al piso. Don Pablo Francia y Feliciano entraron en fuerte discusión, al punto, que este último desenvainó su espada ante su contrincante, pero en ese preciso momento hizo presencia don Carlos Palacios evitando mayores consecuencia en medio del altercado. El tío tutor y titular dio instrucciones para que el niño fuera cargado por un esclavo y llevado a la casa del maestro designado por la RAC como lugar de alojamiento. Así, de esta manera, explicaron a la RAC los esposos Francia Bolívar el traumático traslado del menor Simón Bolívar.
El escrito no terminó ahí, y en su segunda parte, entraron a explicar ante la RAC la situación dolorosa por la que pasaba el pequeño en su situación de huérfano de padre y madre, las excelentes condiciones socio económicas de la familia Bolívar Palacios, con la capacidad de ocho mil (8.000) pesos anuales destinados a su mantenimiento y educación, que chocaban con que un vástago de tan digna familia estudiara en una escuela pública, sin desconocer las virtudes y valores de don Simón Rodríguez, muy bien podría asignársele “un ato o sacerdote secular, u otra persona de probidad, instruida, virtuosa para que se encargue de darle la noble educación  correspondiente a su nacimiento”. Así mismo, recalcaban en sus cualidades sentimentales y morales para hacerse cargo del menor, sin pretender favorecerse económicamente por dicha acción, e insistían, nuevamente, para que RAC oyera del propio niño sus deseos de con quién vivir en su condición de menor en ausencia de sus legítimos progenitores.
La RAC respondió a este escrito con una orden de inspección a la casa donde se había ubicado la residencia provisional del niño don Simón Bolívar Palacios.

Con fecha 11/08/1795 se dirigieron en dirección al norte por la calle caraqueña que baja de la esquina Cují con destino la esquina de la Candelaria, don Rafael Diego Mérida, el “Malo”, escribano interino de la RAD; don Pablo Clemente Francia, esposo de doña María Antonia Bolívar Palacios; y don Carlos Palacios Blanco, tutor legítimo en ausencia de don Esteban Palacios Blanco, del niño Simón Bolívar Palacios, para dar cumplimiento a la decisión por parte de la RAC de inspeccionar el inmueble donde se había puesto a la fuerza al menor huérfano. Al día siguiente el indomable escribiente interino levantó su informe sobre la inspección realizada, y como resultado de la misma, se pudo constatar que la casa tenía amplia sala de recibo, ocho (8) habitaciones ([4]), dos patios, (3) corredores, una (1) cocina central, y un (1) corral de veinte (20) varas de frente. En el domicilio se hallaban residenciadas dieciséis (16) personas, entre adultos y niños. La habitación del menor por la que se mandó a hacer la inspección, daba hacia el corredor principal del patio central, dotada de camas, una (1) mesa, un (1) butancocito y un (1) escaparate, y era compartida con otro niño de nombre José Félix Navas, niño internado con autorización de su padre, don Gervasio Navas.

El insigne maestro, guiándose estrictamente bajo la responsabilidad de cuidar, educar, preservar y mantener en sus mejores condiciones de vida al menor Simón, que le ordenara la RAC, se vio en la imperiosa necesidad de notificar el día 14/08/1795 ante la RAC la angustiosa e incómoda desaparición del menor. Con los antecedentes de fuga existentes, Simón Rodríguez se dedicó a la búsqueda del inquieto niño en la residencia de los Francia Bolívar, en las de sus tíos Palacios Blanco, y por toda la ciudad, infructuosamente, pues en ninguna parte lo logró hallar. Al atardecer, ya de regreso de la intensa búsqueda, agotados todos los sitios donde pensaba que lo podría encontrar, llegó cansado, abatido y angustiado a su hogar. Su amada esposa, doña María de los Santos Ronco, le salió al encuentro para tranquilizarlo con la buena nueva de que el niño se había presentado en compañía del ilustre Obispo, quien dejó recado al maestro con la orden de “no reprenderlo por el solo motivo de la fuga” ([5]).
En calidad de respuesta a la notificación del Simón Rodríguez, la RAC recomendó formalmente al mentor del niño que se buscara un asistente para que el niño estuviese todo el tiempo acompañado tanto en su residencia, como en sus salidas a la calle, y adicionalmente, le instruyó para que le leyera al menor una cartilla de amonestación por sus continuas demostraciones de “desobediencia, rebeldía y desacato a sus legítimos representantes y a las autoridades representativas del Rey”, como así mismo, exigiéndole imperiosamente “obediencia, respeto y sumisión a sus tutores y a las autoridades imperiales del reino español”.
Las actuaciones de las partes involucradas en el caso de tutoría del menor Simón Bolívar, no terminaron aquel día 14/08/1795 con esta última novedad sin consecuencias mayores, porque el mismo día, una vez que los esposos Francia Bolívar conocieron la salida furtiva del menor de la casa donde se le había impuesto, aprovecharon la ocasión para proponer por escrito ante la RAC su casa en calidad de residencia habitual del menor con mejor cariño, atención y seguridad, y de paso, recordar respetuosamente que el niño no había manifestado presencialmente, de propia voluntad y voz ante la sala de la RAC el lugar de residencia habitual a que aspiraba el menor para su tranquilidad y satisfacción. Así mismo, solicitaron autorización par tener acceso a las actas del expediente para su lectura y conocimiento.

Con fecha 20/08/1795 don Carlos Palacios Blanco acudió ante la RAC para consultar el monto que debía estipular al maestro don Simón Rodríguez por la habitación, la educación, el cuido y las atenciones  que merecía su sobrino bajo su tutela legal y de acuerdo a las condiciones emanadas de esa instancia judicial en aquel momento, sin dejar de advertir nunca, que la excelencia y nobleza personales del maestro seleccionado no tenía necesidad de contratar ayudante, porque tenía la capacidad personal y profesional suficientes para hacerlo por sí solo sin ayuda de terceros.
Una vez notificado por el escribiente de la RAC acerca de la consulta del tutor del niño, don Simón Rodríguez acudió al siguiente día ante la misma instancia para notificar, como siempre, por escrito, que no tenía necesidad alguna para que se le asignara “ayudante de edad, madurez y probidad” para cumplir fiel y cabalmente el compromiso de “enseñanza, crianza y educación” del menor don Simón Bolívar Palacios. Con respecto a sus honorarios profesionales por los méritos a su labor desempeñada en su favor, se debía otorgarle un decoroso estipendio adecuado proporcionalmente a la “pingüe facultades del pupilo y de extraordinario trabajo que ocasiona este penoso encargo”, pero nunca fijó monto alguno por sí mismo, sino que dejó a consideración de la RAC y al tutor del menor la decisión final en torno al asunto planteado. De esta manera se cerraron durante el mes de agosto las actuaciones de las partes involucradas en el enredado proceso para fijar el lugar de residencia habitual del futuro Libertador de medio continente suramericano.

Con fecha 26/08/1795 el fiscal Saravia ([6]) de la RAC procedió a leer el expediente, como paso previo para dar cumplimiento a la solicitud efectuada por los esposos Francia Bolívar con fecha del 14/08/1794. Una vez concluida la sesión de lectura de dicho expediente, dejó asentado por escrito en el expediente la posibilidad de que al menor huérfano se le pudiera fijar alojamiento en la residencia de su hermana mayor, pero ratificó rotundamente la necesidad de respetar la decisión de la RAC en el sentido de mantener como residencia provisional la casa del esclarecido maestro don Simón Rodríguez, para apoyar la autoridad institucional y para castigar la rebeldía del menor. También aclaró que la instancia judicial que él representaba, calificaba como encomiable la sugerencia de apartar al menor de sus compañeros del colegio público en base a su notable posición social y económica, y trasladarlo al seminario conciliar de Caracas, con gratificación al Rector o Vicerrector, que se encargaría de su educación personalmente, dado el caso,  aparte de la posibilidad de asignarle sacerdote adicional en la especialidad de letras o matemáticas. Con esta actuación finalizaron las actuaciones de las partes involucradas en el caso durante el mes de agosto.

El día 03/09/1795 se cerró definitivamente el asunto pendiente de los honorarios profesionales para don Simón Rodríguez, cuando quedó asentado en el expediente un acuerdo entre don Carlos Palacios Blanco y la RAC, mediante el cual, se fijó un estipendio de treinta (30) pesos mensuales para alimentos y veinte (20) pesos también mensuales, para recompensar el trabajo de “crianza, educación y enseñanza” del menor de doce (12) años, don Simón Bolívar Palacios. El mismo día fue notificado el maestro en torno a la decisión adoptada, procediendo a firmar su conformidad con lo acordado, sin ninguna objeción, y quedando asentada en el expediente bajo los siguientes términos: “no pudiendo ser más equitativas ni menos onerosas al pupilo con respecto a sus facultades, a las circunstancias del país y a la naturaleza del trabajo que envuelve la comisión dada al insinuado don Simón Narciso Rodríguez”.

Pasados algunos días, con fecha 11/09/1795, don Pablo Francia y doña María A. Bolívar se presentaron ante la RAC para dejar constancia, cortés y sutilmente, que su solicitud de fecha 14/08/1795 no había sido atendida, en virtud de lo cual, reiteraban su petición de vista al expediente para poder refutar los argumentos presentados por don Carlos Palacios para retener al niño menor en residencia y escuela pública impropias para su status social. En la misma actuación ratificaron su propuesta de recibir en su casa al menor donde se le brindaría mayor cariño y atención, como así mismo, la necesidad de trasladarlo de la escuela pública al colegio privado del seminario para brindarle la mejor educación que se merecía el niño.

24/09/1795. En este día los esposos Francia Bolívar insistieron ante la RAC que diera cumplimiento a la orden todavía pendiente  por ejecutar en el sentido de ordenar traslado de las partes involucradas  para la primera audiencia.

26/09/1795. El tutor del menor don Simón Bolívar solicitó ante la RAC un plazo de quince (15) días para su asistencia a la primera audiencia, justificándose por la enfermedad de su apoderado legal, Dr. Don Francisco Espejo. El mismo día la RAC aprobó la solicitud  de aplazo de la audiencia por tan solo tres (3) días.

02/10/1795. Don Carlos Palacios Blanco presentó ante la RAC un largo escrito relacionado a su solida posición en el caso ventilado, donde justificaba pormenorizadamente las razones que justificaban su legítima actuación en el litigio, agregando también, sus consideraciones para oponerse una por una a las peticiones de la parte contraria, los esposos Francia Bolívar. En resumida cuenta: 1) solicitaba que se le negara a don Pablo Francia y a su señora esposa, doña María A. Bolívar, la vista del expediente; 2) recomendaba que les impusiera perpetuo silencio en el proceso que se estaba llevando a cabo, incluso, multas a los escribientes que les recibieran “todo ulterior procedimiento en la materia”, y en pocas palabras, que les impidiera seguir molestando a tan digna institución de la RAC.

13/10/1795. Para este día se tiene la actuación de don Carlos Palacios ante la RAC, en la cual, el tío y tutor del menor anunció sorpresivamente el arrepentimiento del niño don Simón Bolívar por su conducta manifestada en la casa de habitación de su tío Carlos y la súplica del mismo menor para que se le restituyera nuevamente, de manera habitual, la misma casa del tío, donde originalmente se encontraba, de donde se fugó, para finalmente encontrarse viviendo en la habitación de su maestro Don Simón Rodríguez.   

14/10/1795. La RAC emitió providencia para ordenar la exploración en persona y a viva voz del menor involucrado en el proceso de tutelaje.
El mismo día, convocando previamente a las partes involucradas, y en presencia de las autoridades completas de la RAC, de don Carlos Palacios Blanco, de don Pablo Clemente Francia, de doña María Antonia Bolívar, de don Simón Narciso Rodríguez y de  don Simón Bolívar Palacios, el Oidor de la RAC, señor don Juan Nepomuceno de Pedrosa,  procedió a explorar la voluntad del menor que siendo oída atentamente se pudo transcribir en el expediente: “sin embargo de que antes resistía el vivir al abrigo y bajo de la dirección y educación del citado su tío y curador don Carlos Palacios, que confiesa fue pura temeridad y como mal aconsejado; en el día, más reflexivo de el mejor éxito en su educación y enseñanza, no solamente está pronto sino que desea con ansia el volver a el abrigo y casa de su tío y curador el citado don Carlos, continuando bajo la enseñanza y educación de su maestro don Simón Narciso Rodríguez”.

16/10/1795 La RAC dictaminó “en atención a lo expuesto por el menor don Simón de Bolívar y a lo representado por don Pablo Clemente y Francia, doña María Antonia Bolívar y don Carlos Palacios, su tutor, pase dicho menor a vivir a la casa y cuidado de este, como lo solicita, con prevención al citado don Carlos”. De esta manera se cerro la parte jurídica del litigio ventilado sobre el domicilio tutelar y educación del menor Simón Bolívar.

02/04/1796 El expediente se cerró de manera definitiva, al concluir su labor el tasador de la RAC, señor don Díaz Casado, quien determinó las costas del proceso llevado, las cuales sumaron un total de cuatrocientos ochenta y ocho pesos  y medio (488,50), distribuidas de la siguiente manera: ciento setenta y ocho pesos (178) para los miembros de la RAC; ciento ochenta y nueve pesos (189) para don Calos Palacios y Sojo; noventa y tres pesos y medio (93,50) para don Pablo Clemente Francia ; y finalmente, veintiocho pesos (28) para don Simón Narciso Rodríguez.
Recopilación de datos y redacción por Juan Pablo Sarratud P. en Ciudad Alianza, entre el día 01/06/2019 y 14/06/2019.-



[1] Monseñor Nicolás Eugenio Navarro escribió el 13/11/1954 un ensayo sobre el tutelaje del Libertador en su infancia, publicado en el Boletín de la Academia Nacional de la Historia, Nº 149, con fecha enero-marzo 1955, donde se transcribió íntegra y fielmente el texto del referido expediente.-
[2] Ya en su apogeo glorioso, el Libertador calificó a este señor Mérida con el calificativo en mayúscula, “El Malo”. Resulta ser, que en las convulsionadas controversias a las que se tuvo que enfrentar el Libertador en la campaña del sur para independizar Perú, el antiguo escribano de Caracas había publicado un libelo donde se decía que la ascendiente antepasada de Simón Bolívar, doña Josefa Marín de Narváez, llevaba el apellido de su padre, pero era hija natural por ser hija de una india. Una vez que el ex presidente de Perú, Riva Agüero, se pasó al bando contrario de los realistas, para profundizar sus infamias contra el Libertador, modificó el mencionado libelo de Diego Mérida en sus “Memorias y Documentos para la Historia de la Independencia en el Perú”,  afirmando que la madre de Josefa no era una india sino una negra esclava. Las funciones de un escribano en la época colonial equivalen en la actualidad a las de un aguacil de tribunal de justicia. Nota de Augusto Mijares en “El Libertador”, pág.15-
[3] La rígida posición inquebrantable del menor frente a un representante del Rey presagiaba su inquebrantable voluntad para desobedecer al Rey, al cabo de unos cuantos años más tarde.-
[4] En el referido expediente se habla de dormitorios, habitaciones, cuartos y galería, en total, ocho (8) habitaciones.-
[5] En la misma residencia de Simón Rodríguez vivía su hermano don José Cayetano Carreño Rodríguez, quien era notable músico en Caracas, uno de los pioneros de los grupos de enseñanza musical denominados “capillas”, muy relacionado con las actividades musicales de la Catedral, y quien tal vez, muy bien, pudiera haberle sugerido la pista del obispo de la ciudad, pero no llevaban buena comunicación entre sí estos hermanos, que de paso, según investigaciones de don Arístides Rojas y Ramón de la Plaza, ambos eran hijos expósitos del Pbro. Alejandro Carreño y Rosalía Rodríguez.-
[6] Al pie de este escrito se halla inserta la siguiente coletilla: “V.A. en vista de todo providencial como siempre lo más justo. Caracas, agosto 26 de 1795, Saravia (rúbrica). Como se puede apreciar, transcurrieron 12 días desde cuando (14/08/1795) don Pablo Francia hizo la solicitud para tener acceso al expediente. -

martes, 21 de mayo de 2019

Popurrí Paulino de Mayo 2019


    * Popurrí: una mezcla de pétalos de flores y especias que, una vez secados y contenidos en un recipiente, se combinan con la finalidad de perfumar un ambiente.
    * Popurrí: por adaptación del término usado para el popurrí de pétalos de flor, obra musical que combina o yuxtapone diversas obras musicales uniéndolas bajo una estructura de ritmos determinada.
    * Poetpurri: conjunto de fragancias inertes que pueden ser encontradas en un glade.
    * Popurrí también puede referirse a una mezcla de distintos objetos entre sí, ej: una colección musical de temas de distintos álbumes del mismo autor o temas de distintos autores. Su equivalente en inglés es Medley.
    * Popurrí Paulino: por adaptación del término usado para el popurrí de pétalos de flor, obras musicales, fragancias u objetos, se refiere al arte de combinar, mezclar y yuxtaponer distintos textos tomados de las Epístolas del Apóstol San Pablo para unirlos bajo un esquema estructural de temas predeterminados y relacionados con nuestras vidas corrientes, sin alterar el sentido original del autor original, sin pretender sustituir la Palabra de Dios, la cual, debe seguir siendo nuestra referencia de lectura asidua, fundamento doctrinal y modelo de nuestro quehacer diario.


EPISTOLA DE SAN PABLO A LOS ATRIBULADOS Y AFLIGIDOS

Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, y Timoteo, el hermano, a todos los atribulados y afligidos de la Iglesia de Dios, a vosotros gracia y paz de parte de Dios, Padre nuestro, y del Señor Jesucristo (II Cor.1, 1-2)
En mi interior tomé la decisión de no ir otra vez con tristeza donde vosotros porque si yo os entristezco ¿quién podría alegrarme sino el que se ha entristecido por mi causa? Os escribí en una gran aflicción y angustia de corazón, con muchas lágrimas, no para entristeceros, sino para que conocierais el amor desbordante que sobre todo a vosotros os tengo. (II Cor. 2, 1,2,4).
Atribulados en todo, mas no aplastados; perplejos, mas no desesperados; perseguidos, mas no abandonados; derribados, mas no aniquilados. Llevamos siempre en nuestros cuerpos por todas partes el morir de Jesús, a fin de que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo. Pues, aunque vivimos, nos vemos continuamente entregados a la muerte por causa de Jesús, a fin de que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal. De modo que la muerte actúa en nosotros, mas en vosotros la vida, sabiendo que quien resucitó al Señor Jesús, también nos resucitará con Jesús y nos presentará ante él juntamente con vosotros. Y todo esto, para vuestro bien a fin de que cuantos más reciban la gracia, mayor sea el agradecimiento, para gloria de Dios. Por eso no desfallecemos. Aun cuando nuestro hombre exterior se va desmoronando, el hombre interior se va renovando de día en día. En efecto, la leve tribulación de un momento nos produce, sobre toda medida, un pesado caudal de gloria eterna, a cuantos no ponemos nuestros ojos en las cosas visibles, sino en las invisibles; pues las cosas visibles son pasajeras, mas las invisibles son eternas (II Cor. 4, 8-18).

¡Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de las misericordias y Dios de toda consolación, que nos consuela en toda tribulación nuestra para poder nosotros consolar a los que están en toda tribulación, mediante el consuelo con que nosotros somos consolados por Dios!
Pues, así como abundan en nosotros los sufrimientos de Cristo, igualmente abunda también por Cristo nuestra consolación. Si somos atribulados, lo somos para consuelo y salvación vuestra; si somos consolados, lo somos para el consuelo vuestro, que os hace soportar con paciencia los mismos sufrimientos que también nosotros soportamos       (II Cor. 1, 3-6). Por lo cual os ruego no os desaniméis a causa de las tribulaciones, pues ellas son vuestra gloria (Ef. 3, 13) y estimo que los sufrimientos del tiempo presente no son comparables con la gloria que se ha de manifestar en nosotros (Rom. 8, 18).
Por eso, tomad las armas de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y después de haber vencido todo, manteneros firmes, ¡en pie!, pues; ceñida vuestra cintura con la Verdad y revestidos de la Justicia como coraza calzados los pies con “el Celo por el Evangelio de la Paz”, embrazando siempre el escudo de la Fe, para que podáis apagar con él todos los encendidos dardos del maligno (Ef. 6. 13-16). El nos libró de tan mortal peligro, y nos librará; en él esperamos que nos seguirá librando (II Cor. 1,10). Tomad, también, “el yelmo de la salvación” y la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios; siempre en oración y súplica, orando en toda ocasión en el Espíritu, velando juntos con perseverancia e intercediendo por todos los santos (Ef. 6. 17-18).
Confortados con toda fortaleza por el poder de su gloria, para toda constancia en el sufrimiento y paciencia; dando con alegría gracias al Padre que os ha hecho aptos para participar en la herencia de los santos en la luz. El nos libró del poder de las tinieblas y nos trasladó al Reino del Hijo de su amor, en quien tenemos la redención: el perdón de los pecados (Col. 1, 11-14).
Vosotros mismos sabéis perfectamente que el Día del Señor ha de venir como un ladrón en la noche. Cuando digan: "paz y seguridad", entonces mismo, de repente, vendrá sobre ellos la ruina, como los dolores de parto a la que está encinta; y no escaparán. Pero vosotros, hermanos, no vivís en la oscuridad, para que ese Día os sorprenda como ladrón, pues todos vosotros sois hijos de la luz e hijos del día. Nosotros no somos de la noche ni de las tinieblas. (I Tes. 5, 1-5).Pues el mismo Dios que dijo: “de las tinieblas brille la luz”, ha hecho brillar la luz en nuestros corazones, para irradiar el conocimiento de la gloria de Dios que está en la faz de Cristo (II Cor. 4, 6). Así pues, no durmamos como los demás, sino velemos y seamos sobrios. Pues los que duermen, de noche duermen, y los que se embriagan, de noche se embriagan. Nosotros, por el contrario, que somos del día, seamos sobrios; “revistamos la coraza” de la fe y de la caridad, “con el yelmo  de la esperanza de salvación”. Dios no nos ha destinado para la cólera, sino para obtener la salvación por nuestro Señor Jesucristo, que murió por nosotros, para que, velando o durmiendo, vivamos juntos con él. Por esto, confortaos mutuamente y edificaos los unos a los otros, como ya lo hacéis (I Tes. 5, 6-11).
Sabemos que si esta tienda, que es nuestra morada terrestre, se desmorona, tenemos un edificio que es de Dios: una morada eterna, no hecha por mano humana, que está en los cielos. Y así gemimos en este estado, deseando ardientemente ser revestidos de nuestra habitación celeste (II Cor.5, 1-2), Pero llevamos este tesoro en recipientes de barro para que aparezca que una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no de nosotros (II Cor. 4, 6-7). Por tanto, mortificad vuestros miembros terrenos: fornicación, impureza, pasiones, malos deseos y la codicia, que es una idolatría. (Col. 3, 5).

Ten presente que en los últimos días sobrevendrán momentos difíciles (II Tim. 3, 1). Orad constantemente. En todo dad gracias, pues esto es lo que Dios, en Cristo Jesús, quiere de vosotros (I Tes. 5, 17-18) para que nadie vacile en las tribulaciones (I Tes. 3, 3-4). No extingáis el Espíritu; no despreciéis las profecías; examinadlo todo y quedaos con lo bueno. “Absteneos de todo genero de mal”. Que El, el Dios de la paz, os santifique plenamente, y que todo vuestro ser, el espíritu, el alma y el cuerpo, se conserve sin mancha hasta la Venida de nuestro Señor Jesucristo (I Tes. 5, 19-23).
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Es firme nuestra esperanza respecto de vosotros; pues sabemos que, como sois solidarios con nosotros en los sufrimientos, así lo seréis también en la consolación (II Cor. 1, 7).Y es Dios el que nos conforta juntamente con vosotros en Cristo y el que nos ungió (II Cor. 1, 21). Bien sabéis vosotros, hermanos, que nuestra ida a vosotros no fue estéril, sino que, después de haber padecido sufrimientos e injurias en Filipos, como sabéis, confiados en nuestro Dios, tuvimos la valentía de predicaros el Evangelio de Dios entre frecuentes luchas (I Tes. 2, 1-2). Consolaos, pues, mutuamente con estas palabras (I Tes. 4, 18). Por este motivo estoy soportando estos sufrimientos; pero no me avergüenzo, porque yo sé bien en quién tengo puesta mi fe, y estoy convencido de que es poderoso para guardar mi depósito hasta aquel Día (II Tim. 1, 12). Y mi Dios proveerá a todas vuestras necesidades con magnificencia, conforme a su riqueza, en Cristo Jesús (Fil. 4, 19). Obedeced a vuestros dirigentes y someteos a ellos, pues velan sobre vuestras almas como quienes han de dar cuenta de ellas, para que lo hagan con alegría y no lamentándose, cosa que no os traería ventaja alguna (Heb. 13, 16-17). Soporta las fatigas conmigo, como un buen soldado de Cristo Jesús (II Tim. 2, 3).
Que el mismo Señor nuestro Jesucristo y Dios, nuestro Padre, que nos ha amado y que nos ha dado gratuitamente una consolación eterna y una esperanza dichosa, consuele vuestros corazones y los afiance en toda obra y palabra buena (II Tes. 2, 16-17).
Que El, el Señor de la paz, os conceda la paz siempre y en todos los órdenes. El Señor sea con todos vosotros (II Tes. 3, 16) y confortados con toda fortaleza por el poder de su gloria, para toda constancia en el sufrimiento y paciencia; dando con alegría (Col. 1, 11).