DIA SABADO 10/09/2016:
Hoy en la mañana fue un comienzo de fin de semana tranquilo,
algo distinto a los fines de semana intensos, a los que ya nos habíamos venido acostumbrando,
pero hacia el mediodía, ya estábamos saliendo en dirección al apartamento de
los Rodríguez (Marlon y Carolina), donde un desayuno a base de arepas se había
convertido en un “arepazo” a pleno mediodía.
Vista marina desde el balcón Arepazo en la mesa servida
Hacia el mediodía, ya estábamos saliendo en dirección al apartamento de los Rodríguez
Hacia el mediodía, ya estábamos saliendo en dirección al apartamento de los Rodríguez
Cada familia llevó un plato especial para rellenar las
arepas, sin repetir, ya que previamente se habían puesto de acuerdo qué
llevaría cada grupo familiar. La arepa que se rellenara con todos los
ingredientes expuestos, automáticamente, era una “reina pepiada”. A Marisela le
tocó llevar una carne mechada, la cual, por cortesía, no me atreví a opinar en
público, como el mejor platillo presentado, tomando en cuenta, que todos los
restantes estuvieron excelentemente dignos de una competencia de chefs. Todo el
grupo la pasó muy bien, manifestándose mucha integración en el grupo. Ya al
atardecer, iniciamos una ronda de dominó, exigida por el mismo grupo. Yo había
dejado tanto la libreta como el juego de dominó, por lo que me exigieron que
anotara en un papel los juegos, para posteriormente pasarlos a la libreta de la
sede Lauro de Freitas. Y así, de esta manera lo hice, con la desventaja de que
me tocaría trabajar el doble, pero con mucho gusto de que el deseo de
reivindicar las estadísticas de dominó familiar viniera de dominocistas
venezolanos fuera del país, y del seno directo de la familia SARRATUD. La
fiebre del dominó en la familia se remonta al año 1963, con más de 50 años.
Muchos de los participantes actuales no habían nacido para entonces. Gran
número de contendores fundadores han fallecido.
Iniciamos una ronda de dominó, exigida
por el mismo grupo para ampliar el radio de acción internacional del dominó
familiar
A pesar de que habíamos pasado un bonito día de sol, ya
oscureciendo, nos vino una lluvia con aire muy frio. Como ya le había tomado
confianza a Marlon, me atreví a pedirle que me brindara un trago de ron o
wiski, lo que él, muy gustosamente, cumplió. Los dos tragos que tomé eran mis
primeras bebidas etílicas, tras algunos días de gripe y me asentaron muy bien.
Al final, nos despedimos de la familia y regresamos a la
casa de Lauro de Freitas, sin Daniel, porque, como de costumbre ya, se quedó
para pasar la noche con ellos.
DIA DOMINGO 11/09/2016:
Muy parecido al día anterior, me desperté muy temprano a
esperar que todos los demás despertaran y aparecieran, pensando que este
domingo si iba a ser tranquilo. Pero tampoco fue así. Después de asistir a la
Misa de la iglesia de San Francisco de Asís, acompañé al Junior al hiper Bompreϛo
(subsidiario del Word Mark) porque tenía que comprar su colaboración para un
almuerzo de celebración del cumpleaños de Arleni.
Arleni es la niñera de los mejores amiguitos de María
Victoria y Juan Francisco
Arleni es la niñera de los mejores amiguitos de María Victoria y Juan Francisco. La hijita mayor se llama Ananda (Amanda) y el menor se llama Gabriel. Los dos van y vienen al mismo colegio Sartre, donde estudian junto a María V. y Juan Fco. en el carro de Marisela, porque los papás están fuera durante todo el día. El papá, Alexander (“Alex”), es ingeniero y trabaja en una prestigiosa fábrica de embutidos en Rio de Janeiro, por lo que viene cada 15 días para pasar con su familia el fin de semana. Por su parte, la madre de estos niños, Aline, maneja su mini empresa para realizar fiestas infantiles, lo que le obliga a estar todo el día gerenciando su negocio. Por eso, su prima Arleni vive con ellos y se encarga de los niños. Como tienen mucho que agradecerle, Alex y Aline, no quisieron pasar desapercibido el “aniversario” de Arleni, por lo que prepararon un banquete en su casa, invitando al Junior y Marisela con familia, incluyéndonos a nosotros. A última hora, se pusieron de acuerdo con el Junior y trasladaron el festín a la casa de Junior, para no pedirle prestada su “churrasquería” (Parrillera). Mi sorpresa fue grande cuando salí al patio trasero y encontré ver en torno a la mesita del porche tanta gente, gentil y amable en amena conversación y celebración, todos, amigos ya conocidos de Junior y Marisela. Se trata de amigos de Arleni que no podían dejar de acompañarle. Entre estos invitados estaba presente un señor mayor, cabeza de familia, una joven dama brasileña, arquitecto proveniente de Cartagena (Colombia), un mini emprendedor que hace mantenimiento de todo tipo a los condominios y empresas del sector.
Arleni es la niñera de los mejores amiguitos de María Victoria y Juan Francisco. La hijita mayor se llama Ananda (Amanda) y el menor se llama Gabriel. Los dos van y vienen al mismo colegio Sartre, donde estudian junto a María V. y Juan Fco. en el carro de Marisela, porque los papás están fuera durante todo el día. El papá, Alexander (“Alex”), es ingeniero y trabaja en una prestigiosa fábrica de embutidos en Rio de Janeiro, por lo que viene cada 15 días para pasar con su familia el fin de semana. Por su parte, la madre de estos niños, Aline, maneja su mini empresa para realizar fiestas infantiles, lo que le obliga a estar todo el día gerenciando su negocio. Por eso, su prima Arleni vive con ellos y se encarga de los niños. Como tienen mucho que agradecerle, Alex y Aline, no quisieron pasar desapercibido el “aniversario” de Arleni, por lo que prepararon un banquete en su casa, invitando al Junior y Marisela con familia, incluyéndonos a nosotros. A última hora, se pusieron de acuerdo con el Junior y trasladaron el festín a la casa de Junior, para no pedirle prestada su “churrasquería” (Parrillera). Mi sorpresa fue grande cuando salí al patio trasero y encontré ver en torno a la mesita del porche tanta gente, gentil y amable en amena conversación y celebración, todos, amigos ya conocidos de Junior y Marisela. Se trata de amigos de Arleni que no podían dejar de acompañarle. Entre estos invitados estaba presente un señor mayor, cabeza de familia, una joven dama brasileña, arquitecto proveniente de Cartagena (Colombia), un mini emprendedor que hace mantenimiento de todo tipo a los condominios y empresas del sector.
A media tarde, cansado, me tomé una pequeña siesta, pero
cuando esta terminó, y salí al centro de reunión, ya los invitados de Arleni se
habían retirado, y Junior y Alex, prendían nuevamente la parrillera para asar
el resto de carne. Pino y yo solo nos veíamos mutuamente la casa, expresando el
asombro de poder seguir el festín, pero nosotros, no podíamos más,
concretándonos a brindarle solo nuestra compañía. Como a Alex le esperaba un
vuelo hacia Rio de Janeiro a 4 de la mañana y al Junior y los muchachos la
tradicional faena de los días de trabajo y escuela durante la semana, se
suspendió temprano un “tranquilo” domingo más.
DIA LUNES 12/09/2016:
A media mañana salimos Marisela, Pino y mi persona al centro
comercial Shopping Paralela. Pino logró cambiar en una casa de cambio100 US $
por 303 R$, con la asistencia de Marisela, porque solicitan la cédula de
identificación, dirección de residencia y teléfono. Nosotros también podríamos
haberlo hecho, pero con el pasaporte original, dirección y teléfono, con las
limitaciones propias del desconocimiento del portugués. Para evitar que nos
hicieran alguna pregunta, sin saber qué contestar, referimos que Marisela nos
hiciera la segunda en la taquilla de la casa de cambio. Después entramos a
algunos negocios en diligencias de las últimas compras durante nuestra estadía
en Brasil. En una de las tiendas una señora que nos oía hablar en español, se
animó a saludarnos y manifestarnos que ella es uruguaya y también habla
español. Sostuvimos una corta y amena conversación con ella y seguimos. Ya con
el tiempo limitado, por acercarse la hora de ir a buscar a los niños en el
colegio Sartre, salimos de regreso a casa.
Al final de la tarde, cuando Junior llegó de su trabajo,
salimos a caminar los dos, acompañados de Marisela, quien llevaba la intención
de comprar pan y regresarse. Cuando tomamos la calle hacia el portón de salida,
nos encontramos una ambulancia frente a una de las casas vecinas. Resulta que
pocos días antes el señor se apoyó de la baranda de las escaleras que conducen
al piso superior, dichas escalera cedieron, y él cayó muy mal al piso, quedando
con fuertes lesiones en la columna vertebral. Después de pasar horas
hospitalizado, presentaba dificultades en la respiración y por ello tenían que
pedir auxilio de paramédicos en la ambulancia. Junio y Marisela se detuvieron
para saludar a la señora y al paciente en su silla de rueda para desearles
pronta recuperación y ponerse a la orden para cualquier emergencia.
Seguidamente nos despedimos y nos dirigimos por la rua Luis Tarquinio hacia el
Salvador, conversando animadamente. Siempre caminábamos aproximadamente 1 hora
entre ida y regreso. Al pasar por el frente de la casa del señor enfermo, ya
las luces estaban todas apagadas, señal de que se habían acostado.
DIA MARTES 13/09/2016
Una vez que Marisela salió con los niños al colegio, y ella
a su gimnasio, Pino y yo salimos a dar una vueltica en ómnibus. Nuevamente
notamos que la ambulancia estaba frente a la casa del vecino, Ya en la calle,
me di cuenta que había dejado mi pasaporte en casa. Como la panadería tiene
unas mesitas y sillas, le dije que me esperara allí, para yo regresar a buscar
mis documentos de identificación y reales. Cuando pasé por frente de la casa
del señor, ya la ambulancia se había retirado. Pero, de regreso ya de salida,
me impresionó fuertemente que la esposa del señor lloraba a viva voz, por lo
que pensé, que lamentablemente el señor había fallecido, pero no tenía tampoco
la certeza del fatal suceso. Ya con Pino en la panadería, le comenté a fin de
prevenirla de la situación de angustia que había observado cerca de la casa.
Tomamos sin problema el autobús que nos conduciría al centro de Lauro de
Freitas, muy distinto al sector donde estábamos hospedados, pero sumamente
parecido de feo, sucio y bullicioso al centro de Güacara. Dimos algunas vueltas y
nos regresamos, porque en realidad, no había mucha cosa que ver, solamente, lo
que buscaba era la experiencia de que Pino viajara en el exterior de su país en
bus, por calle desconocidas para ella y con idioma distinto.
Pino
y yo salimos a dar una vueltica en ómnibus
De regreso, me pasó algo que no me había ocurrido antes
viajando solo, y fue que para llegar tuvimos que tomar 3 unidades distintas,
porque la primera de ellas resultó que seguía una ruta distinta a la que nos
interesaba. Por casualidad, el autobús estaba rondando exactamente por la misma
vía que había caminado con el Junior la noche anterior, por lo que sin que
cundiera el pánico, regresamos bien a casa. Cuando pasamos frente a la casa del
señor, precisamente en ese instante, estaban sacando la urna del difundo al
automóvil de la funeraria. Pasamos sigilosamente, rogando a Dios por el eterno
descanso del vecino de Junior y Marisela. Ese señor era muy apreciado en el
condominio, por lo que a Marisela le pegó fuertemente la noticia cuando se la
dimos. Hasta llegó a hacer buena amistad con los papás de Marisela en su momento.
DÍA MIÉCOLES 14/09/2016
Hoy Pino, Daniel y yo teníamos programado un viaje
programado para ir al Pelourinho en autobús. El viaje en bus, es todo un viaje,
porque se tarda 2 horas en ir y 2 horas en regresar, porque las líneas que
llevan esa ruta recorren todos los sectores populosos de la gran península del
Salvador, atravesando desde Lauro de Freitas, al norte, hasta el Pelourinho, al
sur. Se pasa un buen trecho, como de 20 minutos de ruta costera, muy atractiva
a la vista, lo que hace más llevadera el largo recorrido urbano en autobús. Es
como viajar de Güacara a Caracas, libre de tráfico, pero todo el tiempo
dentro de la misma ciudad. A última hora, a plena primeras horas del día, nos
vimos obligados a suspender el programa del día, por lluvia. Yo estaba ya
recuperado de la gripe, mejor dicho cuadro alérgico a la humedad, y no me podía
permitir una recaída. Estando deshojando estas decisión, en ir o no ir,
recibimos otra infausta noticia, adicional a la del fallecimiento del vecino,
la cual, nos consternó a todos. Y la noticia provino de una llamada telefónica
de Johan para el Junior, notificándole el lamentable accidente en la casa de
Johan y Victoria, con su pequeña niña, Camila (en junio acababa de cumplir 4
años), porque estando en el baño, el día anterior más o menos a las 3 p.m., la
puerta corrediza se salió de sus canales, provocando serias cortaduras en el
dorso de la pequeña. Victoria, quien estaba sola con ella, tuvo que salir de
emergencia a la clínica. La tuvieron que someter a una cirugía de emergencia, y
hoy amanecía hospitalizada. Me causó mucha impresión esta desafortunada
noticia, porque la niña ya me estaba llamando “abuelo”. El último domingo que
nos habíamos reunido para el arepazo, la niña con total naturalidad se dirigió
en un momento dado diciéndome: “abuelo, por favor, dame agua”. Yo con la
alegría del tamaño del universo, y acodándome de Laura, mi nieta, porque así
mismo se llama su hermana mayor, gustosa y orgullosamente le serví y pasé su
vasito de agua.
Durante el resto del día, Marisela se dedicó a acompañar a
Victoria en la clínica para brindarle apoyo en momentos tan críticos, cuando
más lo necesitaba. Gracias a Dios, las noticias ya eran más alentadoras en lo
que respecta a la gravedad del accidente, más que nada, porque el vidrio de la
puerta del baño es de seguridad, y cuando se rompió no formó trozos cortantes,
sino esquirlas que cuando le rozaron el pecho produjeron heridas externas e
internas sin llegar a órganos y vasos vitales.
JUEVES 15/09/2016:
Con un día medio lluvioso y medio soleado nos decidimos ir
al Pelourinho, Pino, Dany y mi persona con la esperanza de que el tiempo no nos
volviera a impedir el proyectado viaje. Salimos temprano, a las 6:40 a.m. en el
mismo viaje que hizo Marisela para llevar a los niños al colegio, y
seguidamente, dejarnos en el mismo terminalito de buses que van directo al
Salvador, sin trasbordos. Llegamos al terminalito del Pelourinho a las 10:15
a.m. Bajamos a la parte baja de la ciudad a través del ascensor Lacerda, y nos
dirigimos directamente al mercado modelo, donde hicimos algunas pequeñas
compras del final de nuestra gira. Luego, salimos por unas calles tortuosas,
con muchas edificaciones en reconstrucción hasta llegar al funicular de la prefectura
del Salvador, por medio del cual, ascendimos nuevamente a la parte alta de la
primera capital del Brasil. La llegada por este medio de transporte desemboca a
una calle lateral de la gran catedral del Salvador, también en reconstrucción.
Nos dirigimos al museo Afro-brasileño, donde Pino y Daniel entraron, quedándome
yo fuera, porque ya lo conocía. En ese instante llegó la directora o encargada
del museo, y de inmediato, saludándome con gestos de mucha amabilidad, me
invitó a entrar, “porque yo ya había cancelado la entrada”, cuando fui por
primera vez. A los tres nos llamó la atención porque entre tantos visitantes
del museo, se acordara de mí. Posteriormente bajamos al otro museo denominado
“los primeros brasileños”, donde entraron Pino y Daniel, y yo me quedé en la
puerta esperándolos a que salieran. Como en este museo los guardianes cambian
de turno, esta vez no tuve oportunidad para entrar otra vez. En cambio, me
quedé observando el operativo de tala de un inmenso árbol seco, centenario,
cuyas copas excedían por encima de los edificios. Se había acordonado todo el
contorno para evitar accidentes. Arriba en el árbol estaban encaramados dos
experimentados operarios dotados por sendas cortadoras mecánicas, sostenidas
por varas como de 3 metros, para que la cuchilla no estuviera cercana a la
humanidad de ellos, quienes a su vez, estaban amarrados a fuertes cuerdas,
igual, que las herramientas, pero con mecates distintos. Todos los mecates eran
sostenidos por los operarios que se habían quedado abajo. Un ingeniero
supervisaba todo el operativo. Las ramas que cortaban medían más de 4 metros de
longitud, y cuando caían al piso provocaban un ruido muy fuerte por el impacto
y el peso de las mismas. Al caer, las estillas eran lanzadas por todo el
sector, cayendo incluso, cerca de la puerta desde yo observaba el operativo.
Cuando salieron Pino y Daniel el inmenso árbol daba la impresión de que solo lo
habían rasguñado.
De repente se nos fue el sol y empezó a caer una pequeña
garúa, sin impedirnos, que bajo los aleros de las edificaciones, llegáramos al
restaurant que había seleccionado para almorzar. Los tres consumimos un menú
muy completo, casero, limpio, incluyendo cerveza, fresco, agua, por 47 R$,
quedando muy satisfechos.
Pensábamos caminar un poco por
las empedradas calles para conocer un poco más el casco histórico del Salvador,
pero el incierto tiempo que reinaba, y el tiempo del largo trayecto, nos
llevaron a tomar el ónibus de regreso. Habíamos avanzado una cuadra, cuando
volvió a salir el ardiente sol. Cuando a las 3 de la tarde nos habíamos bajado
en la parada de buses y nos dirigíamos a la casa, pasaban casualmente Marisela
y Juan Francisco, quienes nos recogieron y nos dieron un aventón a la casa.
En la tardecita Marisela, Pino y Dany
fueron a visitar a Victoria y a la niña Camila. Estaba ya mucho mejor de su
accidente doméstico. Luego, más tarde llegó el Junior sumamente cansado, por lo
que este día no salimos a caminar.
VIERNES 16/09/2016:
A media mañana salí a caminar por la favela que está en la
calle del frigorífico Mané. La Igreja Nostra Senhora do Parto estaba abierta,
por lo que entré. Una catequista estaba con 4 o 5 niños. Detrás del altar una
lámpara encendida me hizo constatar que en el sagrario estaba el Santísimo. A
la entrada un pequeño atril tenía a la disposición de los fieles las hojas de
la lectura de la semana. Debajo de ellas vi un manojo de hojas impresas a color
que me llamaron la atención. Tomé una, y la sorpresa que me llevé fue que se
trataba de un buen tríptico de propaganda política por uno de los equipos
aspirantes a la prefectura de Lauro de Freitas. El folleto contiene fotos de
S.S. Francisco, de varios párrocos, entre ellos el párroco de San Juan
Evangelista, el Pe Joao Abel y de algunos pastores evangélicos del sector, todos
resaltando los valores y virtudes de los candidatos propuestos en esta plancha.
En Venezuela esta costumbre de inmiscuirse la Iglesia en asuntos políticos
ocasiona rechazo y escándalo. Por lo visto, en Brasil es algo normal.
Hice algunas pequeñas compras adicionales, incluyendo un
afiche infantil de princesa para la Camila, y de ahí me dirigí directo al
condominio Cado da Roca, donde residen Johan, Victoria y sus pequeñas hijas,
Laura y Camila. Al identificarme en la casilla de vigilancia, llegué a la casa.
Victoria y la pequeña Camila m recibieron con mucho cariño. La niña ya se veía
muy recuperada de su traumático accidente.
Tríptico
de propaganda política en Lauro de Freitas repartido junto a hoja “O Domingo”
En la tarde nos sorprendió la visita de María Barros, sola
sin José Luis Aparecido ni Sara Barros, para despedirse, porque no tendría el
valor sin quebrarse, el propio día de nuestra partida. Más nos sorprendió que
trajera obsequios para cada uno de nosotros. Le manifestamos el compromiso de
nuestra parte de esperarlos a los tres de visita en nuestra casa de Ciudad
Alianza.
Posteriormente en la tarde me dediqué a algunos toques en la
organización del equipaje de regreso a Venezuela. En la noche nos quedamos con
Junior y Marisela tomando unos tragos de cerveza y picando. Nadie mencionó nada
de la cercanía del regreso a Venezuela, pero se sentía en el ambiente la
nostalgia de la nueva separación, pero al mismo tiempo, la ansiedad de
reunirnos con quienes nos estaban esperando.
SÁBADO 17/09/2016
Toda la mañana de este día la dedicamos a ordenar el
equipaje de regreso. A pesar de no llevar a Venezuela todo lo que hubiéramos
querido, las tres maletas que llevábamos para pasarlas por el peso de la línea
aérea, con toda seguridad, sobrepasarían el límite mínimo permitido. Nos vimos
forzados a rellenar los tres equipajes de mano, y sin embargo, fue poco lo que
se resolvió para disminuir el equipaje principal. Entre todos se decidió la
necesidad de llegar más temprano al aeropuerto a fin de buscar una salida al
sobre peso previsto.
En la tarde Junior y mi persona caminamos por última vez el
trecho de la ruta playera de Lauro de Freitas. Buena parte del trayecto la
conversación giró en relación al tema de los proyectos de inversión no
productivos de bienes físicos, sin estados de ganancias y pérdidas, que
dificultan analizar financieramente el proyecto desde el punto de vista de su
rentabilidad. No lo sé, pero creo que fue una manera eficaz para evadir la incómoda
conversación sobre la proximidad de nuestra partida, porque se convirtió en un
recorrido muy agradable, el que hicimos esa tarde.
Ya en la noche fuimos a la misa nocturna en la sede
principal de Sao Joao Evangelista. Pino se quedó para darle los últimos toques
a la extraordinaria empanada gallega que estaba preparando para el cumpleaños
del Junior. Litúrgicamente estábamos asistiendo a la misa dominical, día de su
cumpleaños. Coincidencialmente, Junior y Marisela, formaron parte de la
procesión introductoria de los celebrantes, el párroco Pe. Joao Abel recién
incorporado tras su prolongada vacación, y el celebrante invitado, Pe. Manoel
Filho, en representación del Arzobispo del Salvador. Se trataba de la misa
central dentro de la programación de las fiestas patronales de San Juan
Evangelista. Al final de la eucaristía, Junior nos llevó a mí y a los niños a
la casa, y se regresó porque le tocaba colaborar junto a Marisela en una
recepción que se hizo en los predios de la casa parroquial. Por cierto, muchos
carros estacionados en los alrededores llevaban consignas de apoyo al candidato
a la prefectura de Lauro de Freitas, apoyados oficialmente por el párroco.
Sentí mucho la ausencia del Pe. Antonio Alves, quien le había hecho
excelentemente la suplencia al párroco durante su ausencia.
DIA DOMINGO 18/09/2016:
Este día fue muy especial, por ser el cumpleaños del Junior.
Nunca podremos ignorar el agridulce de esta fecha, por coincidir con el
aniversario del fallecimiento de Yolanda.
Por supuesto, todo el grupo de venezolanos que hacen vida
social y constituyen verdadero círculo de amistad en torno a Junior y Marisela
se reunieron en la casa del Junior, además de tres compañeros de trabajo en
Bridgestone, para festejar entre churrascos y tragos su cumpleaños. La reunión
finalizó con la tradicional picada de la torta, tras cantar el feliz
cumpleaños. Y finalmente llegó la hora de dormir y pasar la última noche en
Lauro de Freitas.
Este día fue muy especial, por ser el cumpleaños del Junior
Este día fue muy especial, por ser el cumpleaños del Junior
DIA LUNES 19/09/2016:
Todas nuestras acciones se concretaron a tener en regla los
más mínimos detalles del largo viaje de regreso que nos esperaba. Fuimos
repasando punto por punto hasta llegar al asunto relacionado con la planilla de
declaración ante el Seniat (Venezuela) de bienes y dinero. Pino no llegó a
mencionar los 51 US$ que tenía olvidados en un recóndito escondite de su
cartera manual, porque ni remotamente, se acordaba de ellos.
Mientras tanto, Junior fue a su trabajo como todos los días,
con la intención de venir al mediodía y acompañarnos hasta el resto de nuestra
estadía. Los niños también asistieron al colegio para regresar hacia medio día
y acompañarnos. Al llegar Junior nos dispusimos todos a salir hacia el
aeropuerto temprano, porque en el ambiente reinaba la preocupación colectiva
del sobrepeso que llevábamos en nuestro equipaje.
Providencialmente nuestra gira por Salvador tuvo que ver
inicialmente con la compañía de María Lourdes y Michael, y también con nuestra
misma gira en las últimas horas, sin su presencia física, pero con su oportuno
auxilio. Resulta ser que Marilurdes le dejó encomendado a Pino entregar unos
cuantos dólares a distintos miembros de la familia. Este detalle quedó
resaltado y estrechamente relacionado con la siguiente anécdota final de
nuestro viaje.
Al montar nuestros
sendos equipajes en la balanza de la línea aérea, resultó un sobrepeso que
debía pagarse en ese mismo momento en la caja de la línea. Junior reflejaba en
su rostro preocupación ante la situación que se nos presentaba en aquel
momento. Los agentes hicieron el cálculo de lo que había que pagar por sobre
precio. El monto calculado no nos daba posibilidad de pagarlo en efectivo, por
lo que Junior canceló con su tarjeta de crédito en reales. Entonces pasamos a
analizar la manera de cancelarle al Junior dicho monto, que al tipo de cambio
vigente, resultó ser exactamente de 51 US$. Instantáneamente se le encendió el
entendimiento a Pino, y rebuscando en los profundo de su cartera encontró los
51 US$ que María Lourdes le había regalado, que hasta ese momento se le había
olvidado, y una vez que los encontró se los entregó al Junior para cancelarle
el sobre peso de nuestro equipaje. Explico por qué esta anécdota fue Providencial.
Si Pino se hubiera acordado anteriormente de la existencia de ese dinerito, lo
hubiera cambiado en reales para completar lo que queríamos traer a Venezuela y
no pudimos por falta de efectivo. Si no hubiésemos tenido sobrepeso en nuestro
equipaje, Pino tampoco se hubiera acordado de su existencia, y consiguientemente
tampoco lo iba a declarar ante el Seniat, exponiéndose a ser detenida y presa
por acusación de delito en legitimación de capitales, como está ocurriendo
frecuentemente en los viajeros mal vistos por agentes gubernamentales.
Sobrepuestos todos el trance de los equipajes, nos quedó
algo de tiempo para disfrutar la compañía familiar, y a la hora de partir, los
abrazos en medio del llanto natural, nos despedimos hasta la próxima que Dios
nos lo permita.
Tras esperar más tiempo cerca de la puerta de salida,
partimos hacia Sao Paulo, con la ventaja de que nos eliminaron la escala en
Bello Horizonte, prevista después de llegar a Sao Paulo. Pudimos tomar una
buena cena en el aeropuerto de Sao Paulo, también nos pudimos comunicar con
Junior en un teléfono público, que por nerviosismo, cansancio y tristeza, nos
lo marcó una linda mesonera, tras largas diligencia para conseguir comprar la
tarjeta magnética para dichos teléfonos.
Finalmente, tras una espera de aproximadamente 4 horas
partimos a Bogotá. Durante este vuelo volvimos a cruzar la línea imaginaria del
ecuador que nos permitió cruzar nuevamente desde el hemisferio sur al
hemisferio norte de nuestro planeta tierra. De igual manera, pasamos en este
vuelo del día lunes 19 al día martes 20.
DIA MARTES 20/09/2016:
El vuelo entre Sao Paulo y Bogotá duró 6 horas, con la
ventaja de viajar en un Airbus de Avianca, caracterizado por la comodidad de
sus asientos dispuestos en 8 líneas a lo largo del cilindro de la nave y
dispuestos entre dos pasillos. Más o menos a las 5 de la mañana, antes de de
llegar a Bogotá nos ofrecieron un copioso desayuno consistente en tortilla,
panecillos, ensalada de frutas, café y galleticas. Con el pensamiento de que
nos quedaba la espera en Bogotá, el trayecto Bogotá-Maiquetía, y finalmente, el
viaje por tierra desde Maiquetía a Ciudad Alianza, tomé completo el desayuno
sin la costumbre de comer a esa hora de la madrugada. Cuando por fin, nos
aproximamos a Bogotá, la pantalla del avión nos indicaba a los pasajeros que la
temperatura estaba a 10º C. Al descender de la aeronave nos encontramos con
instalaciones y pasillos impresionantes y fina atención por parte de todos los
funcionarios, aparte de la elegancia en el vestir, que contrastaba enormemente
con los usuarios del aeropuerto del Salvador de Bahía. Una vez cumplidos los
trámites de rigor me empecé a sentir mal. Ya en las sillas de espera en la
propia puerta de salida a Maiquetía, le dije a Pino que iba a subir unas
escaleras mecánicas para tratar de gastar 3.000 pesos que me quedaban en el
viaje de retorno.
Pero la intención primordial que yo llevaba era de buscar
aire que sentía me faltaba. Recorrí sin dificultad pasillos, entrando a
distintos comercios de chocolates, artesanía, delicateses, etc., con asombro de
que en todos se indicaban los precios en dólares norteamericanos; no encontré
uno que señalara los precios en pesos colombianos, todo lo cual, me produjo
internamente un rechazo natural a tal práctica, porque si yo fuera dueño de
unos de esos comercios, colocaría al lado el precio en la moneda de mi país.
Opté por preguntar directamente el precio en pesos. Todo lo que fuera
consumible en tales negocios costaba de 7.000 pesos para arriba. Cuando subí
las escaleras mecánicas pensé que podría llevar aunque fuera una cafecito
pequeño para tomarlo con Pino (lamentablemente Daniel quedaba excluido porque
no toma café), pero regresé con mis 3.000 pesos intactos, sin poder comprar
nada. El aire tomado en este paseíto me hizo sentirme ligeramente mejor, pero
seguía el desvanecimiento y malestar. Finalmente, cuando nos tocó hacer la cola
para abordar el autobús que nos llevaría hasta el pie del avión, sentí un
ligero dolor y presión en el brazo izquierdo. Hasta este momento no me había
preocupado para nada el malestar que traía, pero ahora entraba en dudas sobre
mi situación física. Ya casi sobre la puerta del autobús me sobrevino un fuerte
mareo, por lo que retrocedí y dije al paramédico que me estaba acompañando, que
en esas condiciones prefería esperar el próximo lote a embarcar en el autobús,
pero el camillero, de inmediato, subió al autobús y ordenó a varios pasajeros
que salieran para darme prioridad a mí. Al momento de abordar el avión, me di
cuenta de que la aeromoza estaba avisada y en vez de señalarme el asiento que
me correspondía, me ordenó ocupar el último asiento del avión, donde ya me
esperaba una doctora, quien de inmediato me hizo las preguntas de rigor, me
tomó la tensión y las pulsaciones, diagnosticando que el pasajero padecía en
ese momento de una angina de pecho, y recomendaba que no viajara hasta que se me
practicara un electrocardiograma. En ese momento me incorporé para dar un
vistazo hacia el puesto que nos correspondía, y vi a Daniel en el puesto pegado
a la escotilla del avión mirando hacia donde estábamos Pino y yo con una cara
de preocupación poco común en él, lo que me dio fuerzas para expresar a la
azafata que me sentiría peor si perdiera el vuelo a Maiquetía. La doctora, con
tono de disgusto, dijo “yo no me responsabilizo” y se retiró. Insistí con la
jefe de aeromozas que deseaba seguir el viaje con disposición de firmar un
documento en el que libraba a la compañía aérea de cualquier percance,
asumiendo absolutamente yo la responsabilidad de mi decisión. Casi de
inmediato, llegaron dos paramédicos de la aerolínea, quienes procedieron a
tomar la tensión, pulsaciones y muchas preguntas más. En vista de que la
tensión resultó en los límites normales, y de la confianza en mí mismo que les
demostraba, me pusieron delante un papel donde liberaba de responsabilidad a la
compañía aérea, asumiendo yo la plena responsabilidad de viajar. Y todo se
arregló felizmente, retornando a nuestros asientos asignados, al lado de
Daniel, quien en ese momento cambió totalmente su rostro de preocupación por un
semblante de tranquilidad. El vuelo tenía 20 minutos de retraso por mi culpa,
pero ya no me importaba, porque había logrado asegurar mi “vuelta a la patria” sano
y salvo tras pasar algunas felices
semanas con Junior y Marisela, acompañándoles en sus respectivos cumpleaños, y
celebrando con María Victoria y Juan Francisco el “día dos avós” (día de los
abuelos). Durante el trayecto la jefa de azafata se acercó gentilmente varias
veces a conocer el estado en que me sentía, y realmente, a medida que avanzaba
el vuelo, me fui sintiendo mucho mejor. Finalmente, el avión tomó las pistas
del aeropuerto internacional de Maiquetía, con nuestros corazones adoloridos
por la despedida de los nuestros seres queridos en Brasil, pero al mismo
tiempo, con la inmensa alegría de volver a encontrarnos con la familia que
habíamos dejado por dos meses. Nos esperaban Graciela, Mary, Giovanni, Gaby,
Angie y Laura. Realmente el esfuerzo que había realizado en Bogotá para
proseguir el viaje, era precisamente, en espera de este momento, encontrarnos
con nuestra familia que nos esperaban ansiosamente. Ya lo habíamos logrado.
Ya en Venezuela
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